Llegó el futuro: ¿Dónde está el hombre nuevo?

Llegó el futuro: ¿Dónde está el hombre nuevo?

Desde la época en que descubrimos el realismo mágico latinoamericano, expresado en las letras con las que el Nobel Gabriel García Márquez nos dio a conocer a Macondo- la ciudad que de seguro surgió como todas en las diferentes aldeas de la tierra-, cuando en las zonas cálidas no se conocía el hielo.
En los 70, quien no había leído a Cien Años de Soledad, la obra cumbre de esta corriente literaria, que por demás venía acompañada de un amplio despertar de los pueblos que apuntalaban a los cambios en el ordenamiento político, económico y social, no estaba en nada.
La época de los regímenes de fuerza, las dictaduras, la represión y la falta de libertades, no solo coincidió con el llamado Boom de la literatura latinoamericana, también la música, el cine y todas las expresiones del arte tejían el visillo por donde se filtraba la luz de la esperanza.
La guerra de Vietnam provocó el rechazo de la comunidad global y en todas las expresiones surgía de algún modo la crítica a una guerra injusta y sin sentido a los ojos de esa comunidad.
En medio de esa vocación por el cambio, de la música de los Beatles, de la Nueva Trova, Bo Dylan y Joan Báez, cantándole al sueño de Martín Luther King, los Guaraguaos diciéndole al mundo que “hace falta muchas cosas para conseguir la paz y que no basta rezar”, Silvio Rodríguez con un caudal de canciones y así, todo un derroche de creaciones con miras a una construcción social diferente.
Apostábamos a que surgiera un hombre nuevo, algo así como el “elegido” que Silvio Rodríguez ubicó en otra galaxia, como el incansable principito de Saint-Exupery, y porqué no, elegir cómo leer las distintas formas de Rayuela, la novela de Julio Cortázar.
A estas alturas hemos de suponer que tenemos el esperado “hombre nuevo”. Sí, que hay un hombre nuevo, pero no ese que perfilamos; para mí fuerte como Supermán, el paladín de la justicia, el exponente de la honestidad, el promotor de la igualdad, la libertad y todos los enunciados y acariciados por la utopía del mundo ideal.
Pero lo que tenemos en verdad es el hombre del mundo bizarro. Ese del que solo teníamos referencias a través de las historietas de Supermán: una desigualdad que espanta donde solo el 1% de la población posee las riquezas del planeta, una corrupción que arropa al mundo y un presidente en la mayor potencia del mundo que amenaza con la criptonita verde para acabar con lo que queda de Supermán, o de nuestros sueños por un mundo mejor.

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