¡Llegó Navidad!

¡Llegó Navidad!

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
La Navidad es una de las fiestas más significativas de la tradición occidental, que ha calado hondamente en nuestra cultura, hasta tal punto que es celebrada por creyentes y no creyentes como un día señalado en el año relacionado con unión familiar, alegrías y reencuentros.

Pero hay otras «navidades» que tienen una cara menos solidaria y fraterna, y que experimentan miles de personas para quienes el 24 de diciembre dista de ser un día de felicidad y armonía. Por el contrario, la soledad, los temores, los cuestionamientos, los problemas familiares, las envidias, los celos y otros sentimientos negativos provocan que afloren numerosos conflictos personales y familiares que a menudo permanecen latentes el resto del año.

Es por ésto que en esta ocasión centraremos nuestra atención en el efecto negativo que produce sobre algunas personas la época navideña. Para quienes su fe religiosa alienta a vivir con alegría el aniversario del nacimiento de Cristo, para quienes consiguen llenarse de ilusiones con la emoción de dar y recibir regalos, para quienes tienen una estabilidad emocional que le permite vivir intensamente cada momento festivo sin ningún tipo de preocupaciones y para quienes viven buenas relaciones familiares; ésta es una apasionante época del año. Sin embargo, para quienes se encuentren pasando por un momento triste y melancólico, es posible que tengan una visión negativa de lo que les rodea y cualquier actividad les resultará complicada de llevar a cabo, y en vista de que ésto chocará bastante con el espíritu que rodea a estas fiestas, por supuesto la persona se sentirá completamente fuera de lugar.

Principalmente los factores más comunes que llevan a estas personas a sentirse así, es el recuerdo de los seres queridos,  las personas que han muerto o que se encuentran lejos con los cuales no se puede compartir estas vivencias, lo que provocará un pensamiento negativo hacia esa situación y la persona perturbada no deseará festejar, ya que está focalizando toda su atención en ese acontecimiento o en esa persona que falta y no es capaz de ver el resto del ambiente, como otros amigos y familiares que sí están con el/ella, así como otras situaciones nuevas y positivas que tiene por delante.

Por lo que en las relaciones familiares también se generan con mucha frecuencia malestares y tensiones, ya que estas fiestas favorecen las reuniones de amigos y familias, que en muchos casos es sólo en este momento del año cuando se reúnen, por lo que suele ser fácil que al pasar más horas en contacto, padres, hijos, hermanos, suegros o cuñados… surjan o reaparezcan viejos temas de conflictos: injusticias, agravios comparativos, decepciones y demás.

Los eventos y reuniones implican que hay que desplazarse de una casa a otra con mayor frecuencia, lo que supone horarios que cumplir a pesar de posibles atascos. Las presiones que cada uno ejerza sobre sí o sobre el resto para cumplir adecuadamente, agravan el estado de tensión y no dejan disfrutar lo suficiente. Además podemos complicarnos forzándonos a encontrar “El Regalo”, no uno cualquiera, sino el que más se va a agradecer.

De forma genérica se puede decir que para que estas fiestas sean lo más agradables posibles, es necesario que nosotros mismos nos dosifiquemos, y que bajemos nuestras expectativas a la hora de satisfacer y de ser satisfechos: no hay nada peor que tener que disfrutar de algo por obligación. Si nos “obligamos” a que la Navidad sea un momento de tranquilidad, encuentro, diversión e ilusión, es más probable, paradójicamente, que sea incapaz de conseguirlo.

A los problemas que pueden surgir en estos días derivados de las relaciones con la familia, habrá que añadir también el posible balance del año transcurrido y los proyectos para el próximo. Recordar malos momentos, personas fallecidas, e incertidumbres futuras, no ayudará en nada.

Por lo que sugiero que no espere que en estas fechas cambien viejos problemas personales y familiares, si quiere resolverlos es más eficaz hacerlo durante el resto del año, normalmente en este tiempo los problemas, debido al aumento de la convivencia y de las diferentes tensiones, tienden a aumentar.

Sólo me queda por desearles felices fiestas, y sugerirles que no se fuercen mucho en disfrutarlas, sólo vívanlas. Feliz Navidad y prospero Año Nuevo.

klinger.psicología@yahoo.es

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