Llevan a la Virgen todo tipo de peticiones

Llevan a la Virgen todo tipo de peticiones

Por MARIEN ARISTY CAPITAN
«Yo soy devota de ella y la amo porque es la madre de Dios. Siempre le ofrezco cosas», comentaba ayer doña Aura Estela García, de 68 años, al referirse a la Virgen de la Altagracia, protectora de la República Dominicana.

Como ella, cientos de devotos se dieron cita ayer en la Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, un templo que resultó pequeño para albergar a todos los que querían rendirle tributo a la Virgen en su día. Emocionante y cálida, la misa que ofició el padre Nelson Rafael Clark Vásquez fue tan concurrida que tuvieron que cerrar la calle Hostos para colocar bancos en la calzada. Allí, aunque lejos de la protectora, la gente estaba más cómoda.

El único inconveniente de sentarse afuera llegó a la hora que se terminó el oficio: era el momento de acercarse a la imagen de la Virgen que hace las veces de retablo pero llegar al altar era casi una tarea titánica.

Para lograrlo había que entrar en una de las dos largas y desordenadas filas que se habían formado junto a la escalera que está colocada para que la gente pueda acariciar el cristal que cubre la imagen de la Virgen.

La emoción de tocarla era evidente. La gente rezaba frente a ella, elevaba los brazos, pronunciaba plegarias, hacía peticiones y hasta iluminaba el rostro de la Virgen con velones que luego le dejarían junto al «regazo».  Los menos osados se decidieron por la opción más cómoda: poner velas y rezar frente a la imagen de la Virgen que están en la pared exterior de la Iglesia. Casi como si fuese un ritual, la gente se detenía en la acera de la calle Las Mercedes, miraba a la virgen, levantaba un poco los brazos, encendía un fósforo, colocaba el velón, tocaba la imagen… todos hacían lo mismo. Algunos sólo se acercaron hasta allí para renovar su fe. Otros querían pedirle algunas cosas. Una de estas últimas fue doña Leonidas Lorenzo García, de 70 años, fue hasta la iglesia para pedir por dos hijos que están accidentados.

«A cada rato me llega una receta. Yo vine a pedir por ellos y a ver si alguien me ayuda. El gobierno no me da nada. Yo soy una mujer enferma, inválida», dice al tiempo de mirarse las manos y mostrar que casi no las puede mover.

Afectada porque no ha recibido la tarjeta «Comer es primero», doña Leonidas solicitó al gobierno que se acuerde de los pobres que viven en La Cuama de Cambita Garabito. «Le están dando esa tarjeta a la gente joven y se olvidan de nosotros los viejos», se lamentó.

Las ventas 

Amén de la devoción y la fe, el día de ayer también fue propicio para el comercio y la limosna. Así pudieron comprobarlo quienes se apostaron en las proximidades de la puerta que está ubicada en la calle Hostos.

La oferta era bastante variopinta. Sin embargo, todo guardaba cierta relación con el día. Por ejemplo, los billeteros ofertaban el número 21. Juéguelo y verá, decía uno de ellos mientras aseguraba que con ese número todos resolverían sus problemas.

Cerca de él, un señor vendía calendarios con la foto de la Virgen. «Compren ahora que se acaban. Veinticinco pesitos, nada más», gritaba a todo pulmón para que la gente se acercara.

El punto que más llamó la atención, sin embargo, fue una pequeña mesa en la que una joven vendía imágenes, rosarios, llaveros… pequeños detalles para que la gente no olvidara este día.

El precio de los artículos era variado. Un rosario muy pero muy sencillo, por ejemplo, costaba RD$20; los más bonitos y trabajados iban de los RD$100 a los RD$120; los llaveros, RD30; las pulseras, de RD$20 a RD$90, según el material; los crucifijos a RD$15; y los cuadritos con la imagen de la protectora, RD$35.

Junto al barullo de las ventas, estaba la voz del ciego que se había apostado en la puerta de la Iglesia. Que la Virgen te acompañe, le decía a quien le daba un billete o una moneda. A los demás, les suplicaba por ayuda.

Así, en medio de estampas costumbristas, personas de todas las edades se unieron ayer para decirle a la Virgen que es especial para ellos. 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas