Llevar cabildos a servir mejor

Llevar cabildos a servir mejor

Trazar soluciones a problemas de primer orden debe ser objetivo inmediato del anunciado sistema de observación y evaluación de gestiones municipales auspiciado por el Poder Ejecutivo y secundado por la Unión Europea. Al pasarse revista debería estallar una alarma ante la deplorable incapacidad de entidades a cargo de grandes demarcaciones para eliminar el atentado a la salud que proviene de la basura que no es recogida con la regularidad que corresponde. A ello se suma que en pleno siglo 21 sigue careciéndose de un destino final apropiado para residuos dejados a cielo abierto con efectos dañinos sobre el Gran Santo Domingo, principalmente.

Buena parte del caos que afecta núcleos urbanos por ocupaciones ilegales de espacios públicos y el levantamiento de edificios, habitacionales o para negocios, que no se acogen a normas de uso de suelo, proviene de un pobre ejercicio de autoridad y de falta de planificación de los organismos edilicios. Los cabildos han perdido competencia en algunas de áreas que deben corresponderles en materia de tránsito y protección de patrimonios de los ciudadanos, en parte porque no reciben del Estado lo que manda la ley para cumplir sus fines y en parte porque sobre ellos gravitan gastos excesivos. ¿Y qué decir de la situación de desastre en que se encuentran los cementerios? Habría mucha tela por donde cortar si se aspira a llevar a los gobiernos de ciudades a llenar su cometido.

FRAGILIDAD MORTAL EN QUIRÓFANOS

La colectividad recibe periódicas conmociones por el trágico final a que llegan mujeres que entregan su cuerpo a cirujanos plásticos en el país, un servicio delicado y riesgoso de enorme demanda que el Estado apenas ahora ha pretendido reglamentar después que especialistas del ramo dieran la voz de alarma: no todo el que utiliza el bisturí para modificar líneas anatómicas tiene calidad para ello en este medio.

Pocas demandas por alegadas malas prácticas en intervenciones de fines estéticos han prosperado en la justicia como para sentar precedentes que desalienten la intrusión de incompetentes mercaderes en cirugía: las actuaciones contra establecimientos, tras ocurrir decesos, siempre son transitorias. Después de un tiempo, el revuelo y las preocupaciones por la pérdida de vidas pasan a receso hasta nuevas desgracias.

 

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