Lloviendo sobre mojado

Lloviendo sobre mojado

El tema del “barrilito” es materia de debate en estos tiempos de campaña electoral. Lo es porque este fondo pone en manos de unos senadores   ventajas que perjudican a otros que les disputan sus posiciones acogiéndose a las reglas de una democracia cuyo principio de equidad  ha sido quebrado. Esa quiebra no obedece únicamente a esta asignación indefendible, sino también porque a lo interno de los propios partidos se han violado derechos de elección.

El presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, como árbitro electoral, ha planteado que para preservar la equidad entre los aspirantes  a senadurías, se suspenda la entrega del “barrilito” hasta consumadas las elecciones. Invoca para sustentar su petición argumentos tan sólidos como  el artículo 211 de la nueva Constitución y la Carta Democrática de Las Américas sobre la responsabilidad de la JCE de garantizar libertad, transparencia, objetividad y justeza de los procesos electorales.

Estos intercambios de pareceres  resultan aleccionadores y útiles. Dejan ver cómo el interés político sustentado en el clientelismo, se impone sobre principios que son pilares en la democracia. Y de  paso, ilustran que, ahora como  antes, anida en algunas mentes  la creencia de que  la Constitución es  “un simple pedazo de papel”.

Intolerancia desfasada

La disidencia está penalizada en Cuba más allá de lo que corresponde a estos tiempos. La intolerancia política se ha puesto de manifiesto con una expresión brutal por medio de la represión ante una protesta de las Damas de Blanco, con motivo del séptimo aniversario del encarcelamiento de 73 disidentes políticos, en el año 2003. No hay manera de justificar en estos tiempos esas prisiones ni la represión a quienes protestan por éstas.

Contra toda lógica, Cuba ha practicado en los últimos años una especie de apertura en materia económica que no concuerda con la cerrazón del régimen en materia política. Los abusos son injustificables, en La Habana bajo la hoz y el martillo, como en Guantánamo bajo la bandera de las barras y las estrellas. El hecho real es que el mundo practica con más amplitud el  reconocimiento de los derechos individuales y que expresiones como las de Cuba están en contrafase con la realidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas