Lo agregable a la información

Lo agregable a la información

¿Son recomendables y apropiadas las fórmulas de Bieito Rubido para que la impresión tradicional sobreviva a la acometida del sistema digital? La conferencia del experto español en Santo Domingo expuso alternativas para resistir el embate de la era digital. Particular interés mostró hacia la reducción de costos. También se mostró partidario de ofrecer lo que denominó “valor agregado” al escrito informativo.

Es posible que estemos de retorno a los principios, pues en el “valor agregado” consistió la pimienta con que Benjamín Day reforzó el diarismo.

Corrían entonces los días del decenio de 1830 y Day, sin muchos recursos, decidió incursionar en el negocio del periodismo. No estaba dispuesto a perder, pues buena parte de la inversión consistía de préstamos que deseaba honrar. Animó a sus corresponsales y reporteros a salpicar los datos con aspectos no explotados por otros diarios de Nueva York. Estaban obligados a ser exhaustivos al indagar u observar, y más que nada, al escribir.

Debido a su tenaz búsqueda de datos para satisfacción y atracción de los lectores, Day es a los géneros periodísticos lo que Renaudot al periodismo. “The Sun of New York” apareció en 1833 con una tirada de unos cientos de ejemplares. Antes del año vendía en las calles y repartía a suscriptores dos mil ejemplares. Cuatro años más tarde, en 1837, vendía treinta mil ejemplares, cantidad que superaba el conjunto de la circulación de todos los diarios de aquella ciudad en esa época. 

Los diarios de nuestros tiempos están obligados a involucrarse más activamente en la vida de las comunidades. Por supuesto, conforme la proverbial frase, son responsables por la información, la orientación o la entretención de sus lectores. Nuevos retos, empero, les imponen nuevas obligaciones. En naciones de menor desarrollo relativo, en los cuales los niveles de insatisfacción son elevados, el compromiso es más amplio y complejo.

En ocasiones las demandas por el insatisfecho bienestar son difusas y tienden a perturbarse o confundirse entre los reclamos de la vocinglería política. Este es uno de los campos en los que el diarismo puede cumplir tareas de focalización de empeños y orientación de tareas.

Las publicaciones impresas deben contribuir a precisar y definir los objetivos del bienestar en comunidades determinadas. Y hasta donde ello sea posible, promover acciones comunitarias destinadas al mejoramiento de la calidad de vida de los residentes de un lugar determinado. El diario, en este sentido, debe ser un crisol y catalizador de las aspiraciones de las gentes.

En la inmensa soledad de un mundo de hacinamiento corpóreo un diario con responsabilidades tales echará renovada pimienta informativa a sus páginas. El empujón que Benjamín Day ofreció al ejercicio del diarismo quizá clama hoy por experimentos como éste que se sugiere. En cierto modo, es una forma de valor agregado como el que recomienda Rubido para reforzar el trabajo del diario impreso por mecanismos tradicionales en la era digital.

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