Lo bueno y lo malo del año saliente

Lo bueno y lo malo del año saliente

El 2011 que termina trajo cosas buenas y malas para los dominicanos. Entre las luces cabe citar la estabilidad macro-económica, un crecimiento aceptable a la luz de lo que estuvo ocurriendo en América Latina y el Caribe y una inflación inferior al 10%, a pesar del aumento en los precios internacionales de los “commodities”. La revista inglesa “The Economist” se refirió a nuestro país como “una poco conocida historia de éxitos”, pero ya para finales de año Nomura, la banca de inversión japonesa, se preguntaba con relación a nosotros: “¿Problemas en el paraíso”?”

El turismo, las zonas francas y las remesas crecieron a pesar de la situación internacional y Falconbridge operó de nuevo. Tres departamentos del gobierno funcionaron muy bien: Marranzini en la CDEEE; Manuel García Arévalo, en una ingrata labor de Ministro de Industria y Comercio reduciendo allí la corrupción, y Altagracita Paulino luchando en Proconsumidor. También fue un año sin ciclón y en lo político desapareció el “cuco” de la reelección.

En lo negativo, en las sombras, el entorno internacional no pudo haber sido más negativo para los países emergentes, como el nuestro, con la excepción de que nos hemos convertido en lugar de refugio de capitales europeos y norteamericanos que temen la recesión, la devaluación del euro o el cierre de bancos en el viejo continente. Luce, lamentablemente, que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se cayó, lo que creará desconfianza el año que viene, precisamente durante un año electoral donde la desconfianza normalmente saca la cabeza, aun cuando  haya estabilidad.

El endeudamiento, tanto interno como externo, subió extraordinariamente y de cada peso que el contribuyente paga al gobierno, cuarenta centavos se dedican a amortizar capital y al pago de intereses de esas deudas. Igual que en años anteriores no hubo la más mínima prioridad en los proyectos de inversión pública y también las nóminas siguieron aumentando creando cargos innecesarios. Todo para fines de lograr adeptos políticos. No hubo nada de austeridad. Por quinto año consecutivo el gobierno ha incurrido en un déficit y por primera vez en varios años, el Banco de Reservas se ha convertido en una fuente importante de financiamiento del déficit, al prestar a contratistas del gobierno con pagos atrasados y también prestar directamente al gobierno.

Sobre el tema de la corrupción escribimos nuestro artículo de la semana pasada. Tan sólo agregaremos que los discípulos de un Juan Bosch que en su gobierno no permitió ninguna corrupción ahora la auspician como mecanismo, como forma de nutrir de recursos al partido, así como a muchos de sus más destacados militantes.

La distribución del ingreso, es decir la distancia entre ricos y pobres siguió ensanchándose, afectando la justicia social y todo a pesar del crecimiento del programa “Solidaridad”, de tarjetas para gentes pobres para obtener alimentos gratis y combustibles subsidiados.

El año finaliza con las nuevas cortes. En la Suprema tenemos una mala cabeza, demasiado cercana al gobierno y al PLD, pero un cuerpo compuesto casi enteramente por buenos jueces de carrera. Fue muy lamentable que de los cuatro jueces con opción a quedarse en la Suprema y que no fueron reelectos, tres fueron los únicos que votaron en contra de los intereses del gobierno en el caso de la Sun Land. El tenebroso mensaje está claro: “Si votas en contra de los intereses del gobierno, el Consejo de la Magistratura no te reelegirá”. En el Tribunal Constitucional se eligió una buena cabeza pero el cuerpo está plagado de jueces demasiado cercanos a la política y al gobierno. En el Tribunal Electoral también tenemos una buena cabeza, pero, otra vez, un cuerpo plagado de jueces politizados a favor del gobierno. También se buscó debilitar a Hipólito Mejía colocando otros jueces cercanos al Ing. Vargas Maldonado. Se inició la campaña electoral sin debates entre candidatos ni temas de discusión, dejando al votante, por ahora, entre “más de lo mismo” y “temor al pasado”.

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