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Los grupos internos que se oponen a los actuales directivos del partido, reclaman no solo un cambio de caras, sino de actitud, con lo que en parte estamos de acuerdo. Ahora bien, es difícil cambiar las caras del reformismo, uno de los males del partido es precisamente que no ha sabido renovarse así mismo, y eso así porque el interés que pudieran tener algunas personas en incursionar en la política a través del reformista se ve frustrada cuando observan que ese partido no ofrece la garantía de una renovación, por el contrario la oferta interna de sustitución conlleva más bien al retroceso.
Lo bueno que tiene el reformismo es que todavía hay dirigentes de ese partido que piensan en el futuro de manera optimista.

Y creo que hay sobradas razones para ello. La Asamblea de Dirigentes a celebrarse en octubre próximo, les dará a los reformistas nuevas autoridades y la enorme oportunidad de emprender un camino hacia la renovación con miras a la participación electoral del 2016. El reformismo deberá empezar a caminar de nuevo por su propio pie, rehabilitarse para ser competitivo, y llevar al Congreso y a los municipios lo mejor y más capacitado que tenga.

La oportunidad que tienen los reformistas de volver a ser un partido competitivo son ilimitadas; dependerá de ellos mismos si la aprovechan o si se quedan rezagados en una gatera electoral, que en este momento sólo tiene un caballo ganador. En la política las oportunidades son escazas y cuando llegan hay que saber tomarlas.

Lo bueno que tiene el reformismo actual es que no existe un proyecto personal, sino colectivo. No hay exclusiones, sino llamado a la unidad, las puertas están permanentemente abiertas para todos los dominicanos que piense y quieran una alternativa diferente en el futuro electoral próximo. No habrá oportunidad alguna, si los reformistas no atienden al llamado de concordia y trabajo en equipo que es la propuesta correcta para la Asamblea de Octubre.

POR: DIÓMEDES NÚÑEZ POLANCO