Lo bueno y lo malo del reformismo

Lo bueno y lo malo del reformismo

-1 de 2 –

El Partido Reformista es una de las agrupaciones tradicionales de nuestro sistema político partidista.  Está vigente desde hace más de cincuenta años, siempre ha representado un conglomerado de nuestra población electoral conservadora pero decisiva en su participación. 

Como todos los grupos sociales, el reformismo es un reflejo definido de esa sociedad que nos ha tocado vivir. Está este partido, al igual que otros, compuesto por dominicanos de diferentes estratos sociales de donde provienen bondades y perversidades.

El Partido, desde sus inicios, siempre actuó como partido caudillista, he expresado en otras ocasiones y lo repito ahora, que me parece que muchos reformistas no han asimilado nunca la metamorfosis  obligada que se produjo tras el fallecimiento del líder y caudillo Joaquín Balaguer y que debió convertir ese partido en una agrupación de dirigencia colegiada.

El propio Balaguer procuró esto, cuando todavía en vida conformó una Comisión Ejecutiva de 25 miembros, intento que fracasó cuando afloraron los primeros síntomas de lucha interna por la herencia política de Balaguer.

Los supuestos o reales lideratos desarrollados en el reformismo, luego de la desaparición del líder, no han logrado la penetración ni madurez necesaria para unificar al partido y fortalecerlo para hacerlo una opción determinante en el conglomerado electoral.

Los esfuerzos realizados por la actual dirigencia  sólo ha logrado mantener ese partido numéricamente como agrupación mayoritaria cosa que por cierto, a nuestro entender, ha salvado al reformismo de la desaparición.

 Lo malo en el reformismo ha sido la incapacidad de su liderazgo en armonizar intereses comunes, la influencia de ese liderazgo se ha usado más para empeños personales  que para beneficio del colectivo, salvo contadas y muy particulares acepciones. Hablamos de disciplina partidaria y fomentamos el desorden y la anarquía, nos preocupamos por la ascendencia  de los supuestos “señoritos” en el partido, y reúsan combatirlos con el trabajo interno en favor  de las bases.

Criticamos a los reformistas que están nombrados en algunas dependencias públicas, y pasamos por alto  los cuestionamientos de aquellos  que han manejado a su antojo, organismos autónomos del Estado.

 Lo correcto sería felicitarnos porque unos y otros reformistas  puedan ganar el sustento para los suyos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas