Lo bueno y lo malo del voto preferencial

Lo bueno y lo malo del voto preferencial

ROSARIO ESPINAL
En la medida que se acercan las elecciones congresionales y municipales del 16 de mayo del 2006, comienzan a resurgir temas electorales pendientes. Próximamente deberá decidirse si se utiliza el voto preferencial para la elección de diputados, tal como se hizo en el 2002, y si se extiende su aplicación a la elección de regidores municipales. ¿En qué consiste el voto preferencial? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas?

En el sistema de listas cerradas, utilizado en el país para elegir los diputados antes del 2002 y todavía vigente para los regidores, los electores votan por la lista completa de candidaturas presentada por el partido de preferencia.

Los candidatos colocados en las primeras posiciones del listado tienen mayor posibilidad de ser elegidos bajo la fórmula de representación proporcional utilizada para asignar cargos por partido.

En el sistema de votación preferencial, utilizado para elegir los diputados en el 2002, los electores seleccionan sus candidatos preferidos del listado de un partido. De esta manera, la elección de un candidato o candidata a un curul depende no sólo de la cantidad de votos que obtenga su partido, sino también de los votos que obtenga cada candidato de manera individual.

¿Qué hacer entonces en las elecciones congresionales y municipales del 2006?

Desde 1994, en el país se han realizado diversas modificaciones a la legislación electoral bajo el argumento de hacer el sistema electoral más participativo, representativo y transparente.

El voto preferencial se ha promovido como una modalidad electoral que amplía la representatividad de los elegidos y fomenta un mejor gobierno, porque refleja las preferencias del electorado por candidaturas específicas.

Sin duda, una ventaja del voto preferencial es que ofrece a los electores la oportunidad de votar por sus candidatos preferidos dentro del listado de nominaciones del partido. Los votantes no están constreñidos por un orden preestablecido de candidaturas.

El argumento central que se plantea a favor del voto preferencial es que promueve una mayor relación entre candidatos y electores, y que los funcionarios electos tienden a gobernar más pensando en el pueblo que en su propio partido, ya que para ganar elecciones necesitan los votos depositados directamente a su favor.

A pesar de esas ventajas, el voto preferencial presenta varios problemas que ameritan atención para evaluar su posible contribución a producir un mejor gobierno y el fortalecimiento de la democracia.

Primero, el voto preferencial tiende a incrementar el costo de las campañas porque cada candidato tiene que recolectar dinero para hacer propaganda política por encima de la campaña general del partido. Como resultado, los candidatos se hacen más dependientes de las distintas fuentes de financiamiento (lícitas o ilícitas) y más vulnerables al clientelismo y la corrupción política.

Segundo, el voto preferencial tiende a fomentar el liderazgo individual en detrimento de la organización partidaria, así como también la competencia electoral entre candidatos del mismo partido. Ambas cosas pueden contribuir a aumentar la rivalidad entre candidatos de un partido y a erosionar la disciplina interna en las organizaciones partidarias.

Dentro de una concepción individualizada de la política, que parte del supuesto de que los elegidos gobernarán mejor si responden directamente a la ciudadanía y menos a las directrices de los partidos, el sistema de voto preferencial se percibe como positivo.

Pero en la realidad, no existe evidencia empírica confiable que demuestre que los agentes políticos individuales son necesariamente más responsables ante la ciudadanía que las organizaciones partidarias. Para muestra vale mencionar que la actual Cámara de Diputados, electa con el voto preferencial en el 2002, no parece ser una institución más responsable o eficiente ante la ciudadanía que las cámaras anteriores electas con listas cerradas.

Tercero, el voto preferencial dificulta mucho el cumplimiento de la cuota de mujeres a cargos electivos porque el partido no puede hacer un ordenamiento de candidaturas que maximice la posibilidad de elegir mujeres, colocando algunas en los primeros puestos de las listas cerradas.

El sistema es también adverso a las mujeres porque incrementa el costo de las campañas, y a las mujeres se les hace más difícil que a los hombres obtener financiamiento para sus candidaturas por las creencias y acciones discriminatorias que todavía existen en la sociedad contra la participación de la mujer en la política.

Para las elecciones del 2006, el voto preferencial podría repetirse en la elección de diputados si se desea más tiempo para evaluar la contribución real de esta modalidad electoral en fomentar un mejor gobierno y fortalecer la democracia.

Pero el voto preferencial no debería extenderse a las elecciones municipales por los problemas ya enunciados. Tener cientos de candidatos a regidores compitiendo por puestos en campañas individualizadas haría innecesariamente más costoso y conflictivo el proceso electoral del 2006, a la vez que constituiría un obstáculo más para el desarrollo del liderazgo político de las mujeres.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas