Lo bueno y lo malo

Lo bueno y lo malo

Lo bueno del discurso es que nuestro presidente entró en cordura y desistió de buscar un nuevo periodo para estas elecciones.
Hacerlo tenía realmente un costo demasiado alto para el país, y le colocaba en una lista muy corta de presidentes que han modificado la Constitución hasta dos veces en su propio provecho, aparte del altísimo costo económico para lograr la adhesión de los diputados faltantes para lograr la mayoría necesaria en el congreso. Desistir de todo eso fue una buena decisión, y el país debe celebrar que, sea por las razones que sea, no volveremos por el camino del irrespeto a nuestra carta magna.
Lo malo es que nuestro presidente no habló con la debida claridad. Primero, le atribuye a otros haberle metido en la cabeza la intención de reelegirse, algo que él sabe que ni sus seguidores más acérrimos le creerían, pues se trata de vicio de nuestra historia republicana, pues los presidentes llegan a un furor que literalmente no saben hacer otra cosa que ser presidentes. Segundo, revela que llamó a tres dirigentes importantes de su partido para que “reiteraran públicamente mi decisión de no presentarme para las elecciones del año 2020”, pero, señor Presidente, ¿no podía usted mismo haberlo dicho con su propia boca? Tercero, el presidente evitó referirse a la prohibición constitucional como motivo para su decisión, lo que habría significado promover el imperio de la ley y el respeto a la palabra empeñada, pero, en lugar de eso, el presidente dejó demasiado dudas sobre el papel de la Constitución, y si la quiere modificar o no para su provecho antes de concluir su actual periodo presidencial. Cuarto, se atribuyó la “coherencia” como uno de sus “valores fundamentales”, lo que nos puso a muchos a recordar aquella metáfora del “tiburón podrido”, su silencio total ante el escándalo de Odebretch, y el régimen de impunidad que el país ha vivido durante sus dos periodos presidenciales.
Por esto nunca sabremos la razón real para desistir de su repostulación para estas elecciones; si fue por aquella misteriosa visita de un representante del poder colonial, o si fue por la contundente oposición de su contrario en las luchas partidarias, quien ciertamente demostró más agallas de las que se le suponían.
Me hubiera gustado un presidente con humildad para pedir perdón, siquiera por la negligencia en instaurar el imperio de la ley, y por permitir el comesolismo hacia un Estado que nos pertenece a todos y a todas. Me hubiera gustado un presidente que llama a su homólogo del mismo partido para ponerse de acuerdo, conciliar las diferencias, y luego reconciliados hablar al país con una propuesta común.

Celebremos, de todas formas que nuestro Presidente desiste de modificar para su conveniencia la constitución, por lo menos, para estas elecciones del 2020.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas