Lo correcto sería eliminar al “barrilito”

Lo correcto sería eliminar al “barrilito”

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acaba de dar una excelente demostración de sensatez al imponerle a su propio secretario general el que renuncie al uso de los fondos del “barrilito” durante la campaña electoral.

La soberbia e intolerante posición del senador Reinaldo Pared, secretario general del PLD, al dar un boche a un reportero que le preguntó su opinión sobre el “barrilito”, calificándolo de “irrespetuoso”, su mofa de las declaraciones del presidente de la Junta Central Electoral (JCE), su pretensión absurda de declarar cerrado el tema, todo ello, no hizo más que mellar la imagen de Reinaldo y revelar una faceta suya que parece parte de su carácter.

Además, ¿cómo pretendía Reinaldo “dar por cerrado” un debate en cuyo epicentro está él mismo, como el senador que más millones recibe por concepto del infame “barrilito”?

La propuesta del PLD de que sus legisladores voluntariamente no utilicen los fondos del “barrilito” y su invitación a que los pocos senadores de la oposición hagan igual, sin embargo, no pasa de ser una argucia que busca poner fin al debate sobre la pertinencia misma del “barrilito”.

“Barrilito” es un nombre muy apropiado para la asignación presupuestaria que otorga mensualmente a cada senador una millonada de pesos, para ser gastada según mejor le plazca dizque para satisfacer necesidades de sus electores. El apelativo deriva de la costumbre criolla de dar sueldos en el gobierno sin que deba trabajarse para cobrarlo, lo cual se denomina “botella”.

El martes, antes del jalón de orejas implícito en la decisión del comité político del PLD, decía que a mi lo que más me había indignado es el contraste entre la imagen “ejemplar” y “moralista” que quiere vender Reinaldo, con unos anuncios para televisión en que parece candidato a príncipe o arzobispo, y su ríspida respuesta al reportero que le preguntó su opinión.

Ejemplar hubiera sido reaccionar con sensibilidad política y mayor tacto, sin irrespetar él mismo al reportero y al presidente de la JCE, y no dar un “quiquiriquí” de gallito para ahora tragar el acíbar de que su propio comité político lo ha puesto en su sitio, ahorrándose mayores bochornos.

Suspender el uso del barrilito es una salida sensata e inteligente pero lo mejor sería eliminarlo permanentemente y que cada legislador se dedique sólo a su función constitucional.

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