Lo de ayer se parece, pero ahora es distinto

Lo de ayer se parece, pero ahora es distinto

El Partido Revolucionario Dominicano es una fuerza de la naturaleza, es un río de recuerdos, emociones, trabajo, realizaciones, deseos cumplidos, satisfacciones por venir.

El Partido Revolucionario Dominicano es el partido de la esperanza nacional, de eso no hay dudas.

Quienes visitamos el país de febrero al día de las elecciones sabíamos que el Partido Revolucionario Dominicano ganaba las elecciones.

El pueblo lo decía con claridad y lo manifestaba de manera pública: la encuesta está en la calle, en el puño cerrado y el dedo pulgar sobresaliendo, en la sonrisa que acompañaba el gesto, en cada expresión de solidaridad ante el paso de cualquier vehículo rotulado con la propaganda del Candidato.

El Partido Revolucionario Dominicano es una organización que juega de manera limpia, legal, respetuosa, ello, como si no supiera que su salida del poder siempre ha sido fruto de una conspiración donde actúan jinetes del Apocalipsis.

La gigantesca conspiración  ha sido tal que el gobierno se propone someter nuevos impuestos para recaudar parte de los miles de millones del erario que usó indebida e ilegalmente, sin que haya sanción para tal desafuero.

Esa conspiración tenía un solo norte: impedir que el Partido Revolucionario Dominicano llegara al poder.

¿Y cuál era el afán principal?

El temor del diablo a la cruz, el miedo a ser sometidos a la acción de la justicia por el súbito enriquecimiento experimentado por dirigentes políticos que no pueden explicar el origen de los bienes que detentan, del cual hacen una ostentación tal que se descubren por la huella.

El Partido Revolucionario Dominicano ha tenido otras experiencias de las cuales ha sacado lecciones que le han servido para sobrevivir.

Desde la invasión norteamericana para que el Partido Revolucionario Dominicano no alcanzara el poder, recuperado por la acción cívico-militar de 1965, a mantener al doctor Joaquín Balaguer en el poder hasta 1978.

Fue en el período 1966-1978, donde se consolidó el Partido Revolucionario Dominicano como el de la esperanza nacional.

Abandonado el escenario por Juan Bosch, dejados a nuestra propia suerte, jóvenes y viejos robles decidimos que el país era de todos y que teníamos que conquistar y defender nuestros derechos. Eso hicimos, mantuvimos el partido contra la política de golpear abajo, en la base, a los dirigentes populares y comprar arriba, entre los dirigentes nacionales.

Removimos cielo y tierra, buscamos a todos los compañeros, trabajamos con todos los sectores, hicimos y organizamos esa fuerza de la naturaleza para encausarla hasta la toma del poder.

Nuevamente el PRD se ve ante un panorama desfavorable. Ahora hay una ventaja, Hipólito Mejía tiene ante sí un partido dispuesto a trabajar y más de dos millones de perredeístas a la espera de sus instrucciones. Adelante, Hipólito.

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