Lo escribí en el año 2000 iniciando el nuevo milenio

Lo escribí en el año 2000 iniciando el nuevo milenio

Refiriéndome al entonces papa Juan Pablo II escribí: “El importante mensaje enviado por el Papa, precisamente al inicio del siglo XXI y del nuevo milenio en el que hace referencia al grave problema de la corrupción, no puede ser considerado por nadie como algo casual ni dirigido exclusivamente a un sector en especial. Es una clara señal de que el Santo Padre conoce a profundidad todo lo que acontece en el mundo. Sabe que junto a los avances alcanzados, igual se produce una gran inversión de valores en el orden ético y moral como en otros aspectos capaces de distorsionar dogmas, símbolos y tradiciones”.

“El Papa sabe que producto de la inversión de valores que se ha producido en importantes segmentos de la sociedad, pero sobre todo en sus cúpulas tanto privadas como públicas, se han creado nuevos estilos de vida carentes de profundidad moral».

«Porque si hace un tiempo empresarios, comerciantes, políticos, jefes militares o funcionarios públicos cometieron acciones que rebasaban los límites de la indelicadeza, más que preocupación de los círculos sociales de influencia por la procedencia de los bienes por ellos adquiridos, se motivaron a cultivar relaciones con ellos, contribuyendo con su silencio y actitud, a que otros se sintieran estimulados a imitarlos».

“Porque el Papa sabe que hay sectores influyentes que le dan poco valor a las buenas conductas tanto en el ejercicio público como privado, mientras se hacen de la vista gorda ante el enriquecimiento rápido y fácil sin importar medios ni formas, siempre que utilicen parte de ese dinero de dudosa procedencia para hacer contribuciones o ayudar algunos a elevar su nivel social.

“Ese mensaje representa una importante señal de preocupación y advertencia de la Iglesia al comenzar un nuevo siglo y un nuevo milenio, reclamándole a la sociedad ponerle más atención a lo espiritual y a los verdaderos valores que deben adornar la humanidad. Es un reclamo valedero para los cristianos católicos, evangélicos como para los no creyentes.

“Porque la inversión de los valores éticos y morales son maneras de corrupción. Porque el establecimiento de normas que violentan la dignidad humana son formas de corrupción. Porque decir una cosa y hacer otra también son formas de corrupción; igual que cogerse lo ajeno o engañar, sea en el sector privado, el gobierno o de cualquier ciudadano. Todas son expresiones de corrupción.

“Ojalá que el año 2000 que acaba de comenzar represente el renacer de la fe y apego a los verdaderos principios de la doctrina que Jesús le trazó a la humanidad como norma de vida en pro de la redención y el amor. Ojalá que la señal del Papa sirva para estremecer la sociedad y sacudir las conciencias hasta derrumbar los malos hábitos y malas costumbres enquistadas sobre todo en los sectores que deberían servir de guía y ejemplo. Ojalá que nos ayude a iniciar un año y un siglo lleno de esperanzas renovadoras”.

Estos párrafos se publicaron hace ya 22 años. Así pensaba y piensa la Iglesia. Y gracias a Dios así pensábamos y continuamos pensando muchos creyentes y hasta no creyentes.

La inversión de los valores éticos y morales son formas de corrupción.

También lo es establecer normas que violentan la dignidad humana.

Decir una cosa y hacer otra también es otra forma de corrupción.

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