Lo importante para el PRD y el pueblo; una  respuesta a Juan Bolívar Díaz

Lo importante para el PRD y el pueblo; una  respuesta a Juan Bolívar Díaz

En su artículo del  domingo, el analista Juan Bolívar Díaz no aprovechó para informar y educar con objetividad sobre la coyuntura que vive el PRD, tema de interés público.

Prefirió repetir las manipulaciones de quienes pretenden distraer con ataques a Miguel Vargas para ocultar el mal manejo de la campaña del compañero Hipólito Mejía, a quien tuve la oportunidad de advertirle en su casa veraniega de Jarabacoa, cuando la integración a la campaña generaba los primeros problemas por  el rechazo a dar una participación digna a los seguidores de Miguel.

Esta réplica a nombre de las y los perredeístas y de quienes fuera del PRD se identifican  con Miguel, no puede escribirse sin demostrar que los juicios de Juan Bolívar son prejuiciados y sesgados contra el presidente del PRD y rayan en la perversidad, como cuando sinuosamente lo identifica como “el bandido de la película”, o al hablar de “algunos fieles que todavía pululan en torno al chantaje político”.

Es por demás un irrespetuoso exceso  y un infundio impropio de un comunicador que se respete, calificar sin el menor fundamento a Miguel de Caballo de Troya en el PRD, certificando así Juan Bolívar la sentencia de Simón Bolívar de que el talento sin probidad, es un azote.

El criterio de que las opiniones de Juan Bolívar en contra de Miguel son sesgadas, se evidencia en sus escritos sobre la situación del PRD luego de su Convención. 

Por eso nunca se ha referido a que Miguel documentó que en violación a la disposición reglamentaria que mandaba un padrón semiabierto (sin peledeístas ni reformistas), la Comisión Organizadora introdujo un padrón abierto, prohijando que 32 de cada 100 concurrentes fueran militantes del PLD y del PRSC, para que así el partido de gobierno escogiera al candidato perredeísta.

Nunca valoró Juan Bolívar Díaz en todas sus gravísimas consecuencias para la regularidad y transparencia del proceso, que Emmanuel Esquea Guerrero, Hugo Tolentino Dipp y Milagros Ortiz Bosch usurparan las facultades de la Convención Nacional y proclamaran a Hipólito Mejía antes de concluir el escrutinio.

Nunca condenó que  le rechazaran a Miguel una solicitud de revisión a las irregularidades, y menos condenó el secuestro del padrón de concurrentes de la convención, que debía ser conservado para cualquier esclarecimiento necesario, hechos ciertamente sin precedentes conocidos en los procesos de competencia democrática en ningún tipo de institución nacional.

Tampoco ha ponderado Juan Bolívar que pese a esas serias irregularidades (que anulaban la propuesta de renunciar de la presidencia del partido si le ganaban una convención lógicamente normal), Miguel Vargas prefirió sacrificarse en vez de llevar sus reclamos hasta las últimas consecuencias, con una segura división del PRD.

Cuando  Juan Bolívar  “analiza” a Miguel Vargas es injusto y miente deliberadamente al vincularlo a los conflictos intestinos que ha arrastrado el partido, pues todos saben que nunca ha tenido arte ni ha sido parte de conflictos: al contrario, lo registrado en su expediente histórico  es su temperamento conciliador  y respetuoso de todos, e incluso su disposición al sacrificio personal cuantas veces ha debido hacerlo para evitarle traumas y divisiones al partido.     

Son de paz.  Pese a las graves irregularidades de la convención, Miguel se sacrifica, juramenta y proclama a Hipólito Mejía, hace aprobar una amnistía para todos los perredeístas fuera del partido, llama a todos a la integración y al trabajo por la unidad y el triunfo en las  elecciones y deja  claro que participará en la campaña desde su rol institucional de presidente del partido y no será piedra de escándalo para la campaña.

Era  claro que luego de toda esa situación no podía pretenderse que Miguel “se encarame en la patana, si quiere, y si no que se joda”, como se proclamaba desde el entorno de Hipólito.

  El pobre análisis de Juan Bolívar tampoco  pondera el mal manejo que ha dado el entorno del compañero Hipólito a la relación con Miguel, quien pese a todas las irregularidades obtuvo un 47 por ciento en la convención.

 Este periódico reveló el 31 de marzo que en reuniones que contaron con gestiones del expresidente panameño Martín Torrijos; el negociador Nelson Espinal y de Tony Rivera, hermano de Vargas, su equipo propuso a Mejía: 1) Que dadas las irregularidades a la vista se anulara la convención; 2) Que de no ser aceptada la anterior propuesta, se acordara: a) que la candidatura vicepresidencial correspondiera al equipo de Miguel; b) apoyarlo para mantenerse en la posición de presidente del partido hasta las próximas elecciones; c) que Mejía respaldase la candidatura presidencial de Vargas para las elecciones de 2016.

 No hizo entonces el equipo de Mejía ninguna contrapropuesta que le permitiera al PRD arribar a un acuerdo para repetir las fórmulas unitarias de 1978, 1982 y 2000, cuando Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco; Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta; y el mismo Hipólito Mejía y Milagros Ortiz Bosch, Fello Subverví y Hatuey Decamps fueron juntos a buscar el triunfo. Por el contrario, se satanizó la propuesta y se hizo una campaña presentando a Miguel como un político de ambiciones desproporcionadas, perdiéndose una excelente oportunidad de avenimiento.

Los medios de comunicación han revelado los desplantes, el tono de desprecio e incluso las acciones incorrectas del candidato para con el presidente del partido, todo lo cual partía del arriesgado cálculo de que Leonel Fernández no respaldaría a Danilo Medina y de que, como ocurrió en la convención interna del PRD, el gobierno del PLD respaldaría a Hipólito de nuevo. En ese escenario, se estimó, a Miguel Vargas se le podía patear y no hacía falta para ganar, como proclamó en este mismo periódico una dirigente de la experiencia de Milagros Ortiz Bosch.

El meollo. Aunque Juan Bolívar no parece estar enterado, además del mal manejo frente a Miguel y quienes dentro y fuera de la estructura del PRD se identifican con él, el candidato del PRD ha incurrido en otros graves errores, como amenazar  “con apresar a los corruptos del PLD”, lo cual unificó al partido de gobierno alrededor de Danilo Medina, incluso a 21 senadores que aún se proclamaban “neutrales”, moviendo además el apoyo entusiasta y el poder del presidente Fernández.

A eso han seguido otros errores como la petición de renuncia de los jueces de la JCE; el rechazo a la elección de las altas cortes, que aunque pasible de mejorar fue aceptado por el país; la declaración de bondades del régimen de Trujillo y, sobre todo, la consideración de que la libertad es una patología, con lo cual Hipólito tomó distancia de los sectores más progresistas; y enfrentar  la decisión del PRSC y el PLD de llevar a Johnny Jones como secretario de la Liga Municipal, cuando ya Miguel había invocado el principio peñagomista de respetar el consenso de las mayorías para fortalecer la gobernabilidad municipal y para no exponer al PRD a otra previsible derrota. 

Las equivocadas estrategias hacia lo interno del PRD y hacia el PLD, así como todos esos errores han llevado a la percepción pública una imagen de candidato perdedor del compañero Hipólito.

Y precisamente eso es lo que Juan Bolívar y otros comunicadores que actúan de manera orquestada pretenden tapar con una campaña de manipulación que pone en primer plano los ataques al compañero Miguel, cuando precisamente él ha salvado en parte la buena imagen del partido al actuar con el comedimiento, la prudencia y el respeto hacia todos con que siempre se administra.

Lo importante ahora para el pueblo y los perredeístas  es que el candidato y su campaña se concentren en las propuestas sociales que convenzan a la gente de que el PRD merece  el poder, que cesen los ataques y las manipulaciones contra Miguel y que se respete su digna decisión de apoyar la campaña desde su rol institucional como presidente del partido.  Es también lo más conveniente para la campaña.

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