Lo incierto de las aguas potables y residuales del Gran Santo Domingo

Lo incierto de las aguas potables y residuales del Gran Santo Domingo

La urbe que es capital de la República Dominicana está colocada en medio de municipios más poblados que el propio núcleo albergando de conjunto a cerca de tres millones de habitantes, reflejo de un crecimiento demográfico exponencial reforzado por la migración interna.

Una expansión poblacional no planificada que mezcla con disparidad los asentamientos y usos que los habitantes dan a sus espacios, trabándose la circulación vial por falta de rutas alternas para transportes ahora más costosos y demorados.

La ciudad se ha hecho mayúscula sin visión de futuro sobre suministros de agua potable y de tratamiento a la residual. No se construyó en el tiempo que correspondía la captación en grande de caudales represando el río Haina, única fuente superficial cercana para el aprovechamiento.

Y no parece prevista la forma de enfrentar la acelerada demanda de agua potable que va hacia una fase crítica en las porciones Norte y Este de la mega urbe porque el acueducto con barrera de salinidad levantado sobre el río Ozama ha ido hacia un rendimiento cero por falta de obras complementarias.

Tras ser consumida, el agua de estos lugares constituye un problema ambiental porque solo es tratado el 5% de lo desechado. El resto se pierde en el subsuelo convertido en factor contaminante de la reserva freática que debe ser aprovechada también; mientras cada día es más difícil captar el líquido de manera natural.

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