Lo lamento por usted mi General

Lo lamento por usted mi General

RAIMUNDO TIRADO
Desde hace varios días la prensa y la opinión pública se han hecho eco del acercamiento evidente que se ha producido entre el ciudadano Presidente Leonel Fernández y el general retirado José Miguel Soto Jiménez, quien ocupó el cargo de Secretario de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Hipólito Mejía.

Ese acercamiento ha puesto al ex general Soto Jiménez en una posición incómoda, porque todos recuerdan la distinción que el Presidente Hipólito Mejía tuvo para con él cuando le nombró en el cargo militar más alto del país, y lo mantuvo en esa posición durante toda su gestión de gobierno.

Y las críticas han llovido por doquier. Muchos se han preguntado ¿Qué busca el General Soto Jiménez por los predios del Presidente Leonel Fernández? Otros han comenzado a opinar sobre el concepto de lealtad, tan mal llevado en estos tiempos donde los aires de una aparente «modernidad» han ido echando por los suelos los valores y los principios sustentados por los hombres.

El general Soto Jiménez fue un hombre que tuvo una gran distinción en el pasado gobierno y que gozó del cariño y el aprecio de todos. El Presidente Mejía siempre le sacó su comida aparte, y no obstante las intrigas y las maledicencias, le mantuvo en el cargo durante cuatro años, y siempre le reiteró su confianza y amistad.

Las cosas han ido subiendo de color, después que el Presidente Leonel Fernández en forma zorruna nombró a una hija del general Soto Jiménez en un cargo oficial, mientras éste último visitó al Presidente en su despacho del Palacio Nacional y luego le recibió en la Fundación que preside, donde el Presidente Leonel pronunció una Conferencia Magistral, escenario que aprovechó Soto Jiménez para elogiar públicamente al Presidente Fernández.

Siendo el general Soto Jiménez un hombre de gran dote intelectual y de conocimientos históricos elevados, debió prever que su accionar por los predios leonelistas levantarían esos lodos. Muchos le han echado en cara su falta de lealtad a su antiguo jefe, y el Presidente Hipólito Mejía le ha acusado públicamente de traidor.

La respuesta no se hizo esperar y el general Soto Jiménez se despachó con una carta dirigida a Hipólito Mejía con la que pretende salvar su honra y demostrar que no es ningún traidor. En su comunicación, le sacó en cara a su antiguo jefe que, en una ocasión, le pidió consejo sobre su acercamiento político al PRD, y éste le dijo que se «mantuviera quieto y tranquilo».

Creo que no ignora el General Soto Jiménez que tanto esa expresión de Hipólito, como la de no involucrarse abiertamente en la campaña del actual Candidato del PRD, salen de los labios de un hombre que aspira volver al poder y que de seguro tenía sus planes de conformar equipo nueva vez con el exsecretario de las Fuerzas Armadas. Y que esa era una manera de preservarlo en la neutralidad para que no cuestionasen un futuro nombramiento del exgeneral en la cúpula militar.

Aunque debo reconocer que hay militares que se la juegan, y que se comprometen sin dobleces, como es el caso del exgeneral Ozuna, que está haciendo campaña abierta a favor de Miguel Vargas Maldonado. Y todos sabían durante el gobierno de Hipólito que el general Ozuna era uno de los altos jefes militares más politizados.

Y no tiene la culpa Hipólito ni el país de que un excompañero de armas, alto militar, acusara a Soto Jiménez públicamente de jugar dos cabezas, con Hipólito y con Leonel, durante el período de campaña anterior a la elección del «Guapo de Gurabo» al cargo de Presidente de la República.

Por eso creemos que el pleito, ni la carta, debieron ser dirigidos a Hipólito Mejía, sino a aquellos compañeros de armas que acusan al general Soto Jiménez de no actuar con lealtad en su relación con Leonel e Hipólito.

Y mientras tanto, la duda persiste, afirmando muchos que en la actual confrontación el general José Miguel Soto Jiménez lleva la de perder, porque no habrá manera de justificar ante el país su comportamiento frente a un hombre que, cuando fue Presidente, depositó en él toda su confianza para que dirigiera las fuerzas armadas de la nación, a pesar de contar con muchos hombres de armas preparados para ocupar ese alto puesto.

Particularmente, le he tenido mucho respeto y cariño al General Soto Jiménez, y lamento que un hombre de su categoría se vea involucrado en un feo espectáculo que en vez de ayudarlo, lo degrada.

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