Lo malo de nuestras leyes, Udón

Lo malo de nuestras leyes, Udón

“Lo malo de nuestras leyes Udón, es que el otro nunca tiene razón”, decía Andrés Eloy Blanco, en carta a su amigo Udón Pérez.
Lo malo del sistema político nacional es la falta de representatividad, aunque haya representación, que no hay igualdad de oportunidades, que se escamotea el ejercicio de los derechos individuales, solapados bajo instancias donde prima la voluntad del gobierno, sobre las garantías primarias que forman parte esencial de la vida bajo un sistema democrático.
Hay, pues, que crear mecanismos que garanticen que el voto libre de cada elector sirva para que el gobierno actúe de manera que beneficie a todos y no sólo a un grupo al cual privilegia con sus directrices.
Para ello, es preciso cambiar la forma de elección de los funcionarios que conformarán el Congreso Nacional y los Ayuntamientos, aquellos que pueden modificar la forma de designación de los miembros de la Cámara de Cuentas, para convertirla en un ente absolutamente autónomo, que forme parte de un nuevo Poder de Control de los ingresos y gastos contenidos en la Ley de Gastos Públicos, en el Presupuesto de la Nación.
Los legisladores, síndicos y regidores, deben ser elegidos por circunscripciones que obliguen a los candidatos a trabajar directa y personalmente con sus electores, para que luego tengan que responderles por sus acciones y por sus inacciones.
La falta de garantías constitucionales es fruto de un sistema electoral concebido, puesto en práctica, organizado, dirigido, para que un partido pueda tener el poder en sus manos y la costumbre es que desde el Poder Ejecutivo se gobierna, se desgobierna, se mal gobierna y todo está bien.
No hay contrapeso, no hay equilibrio, no hay conciencia de que gobernar con todos los poderes conduce a equivocados juicios y conclusiones que en nada favorecen a la democracia.
Esas mayorías de funcionarios electos mediante coimas, ejercicio del terror militar y policial, compra de conciencias, uso del poder para corromper, intimidar, influir, desviar la voluntad popular, contribuye a ocultar las intenciones y las acciones medalaganarias, dictatoriales, en beneficio de grupos políticos y económicos.
Preocupa el hecho de que ningún grupo político que tiene la mayoría, si carece de contrapeso, actuará en beneficio del bien común.
Al doctor Salvador Jorge Blanco una jugada política lo sacó de un posible regreso al poder, para 1990.
El gobierno, que tenía todos los poderes, lo sometió a la justicia, lo condenó mediante jueces complacientes y comprometidos y lo sacó de circulación.
En Brasil, demasiado tiempo gobernaron Lula y Dilma, un obrero y una guerrillera, enfrentados a los enemigos de siempre del progreso del pueblo.
El mal no está en la sábana está en la forma de elegir que permite mayorías que atentan contra la democracia.

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