Lo mucho que falta por hacer

Lo mucho que falta por hacer

El déficit de logros para poder proclamar que el país avanza hacia el futuro con el concurso de jóvenes no permite celebrar las cifras que se prestarían para un optimismo de alto riesgo, iluso, a partir de un limitado crecimiento de oportunidades para estudiar y trabajar, victorias pírricas ante el impresionante desempleo entre personas que no llegan a 26 años de edad, por encima del 52%, muy superior al promedio nacional de 15% . Un estado de marginación en duro golpe a recursos humanos que deberían estar integrados a actividades productivas o de formación. Exclusión que enrarece el porvenir del resto de la sociedad y del componente juvenil en particular que logra posiciones aptas para su desenvolvimiento en la vida pero que no puede estar tranquilo ni satisfecho sabiéndose en minoría, coexistiendo con una elevada porción demográfica en frustración y necesidades.
De la muy numerosa población de adolescentes y jóvenes procede aquí una proporción importante que se coloca en conflicto con la ley con el antecedente de haber estado fuera del estudio y del mundo laboral . El consumo de sustancias prohibidas y los delitos vinculados al tráfico de ellas constituyen un refugio destructivo del tejido social. La escasa capacitación laboral determina que legiones de jóvenes carezcan de empleos y figura entre las causas de la alta presencia de ellos en la emigración, flujo enorme de gente que se va.

Consenso en apoyo a la DGII

Recios instrumentos, como muestra ser la DGII, deben salvar al fisco de múltiples escapadas a la tributación combatidas ahora con más severidad como fraudulentas para que sean los tribunales los que digan la última palabra sentando precedentes. La defraudación se traduce en injusticia al negar recursos para servicios a la sociedad y alcanzar metas de redistribución del ingreso que al ser insuficiente hace depender las inversiones públicas y gastos corrientes de un continuo endeudamiento y no del ahorro nacional.
Los efectos nocivos del escamoteo podrían resultar de larga duración; además de que la evasión persistente genera competencia desleal, a veces muy extendida, en perjuicio de los medios de producción que se acogen a la acción recaudadora. Daño severo a la iniciativa privada y a la creación de empleos.

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