El país anda mal en cuestiones que mucho importan a los hombres y mujeres de la calle; el costo de la vida sube aunque los precios del petróleo den saltos hacia atrás; el insignificante aumento en los sueldos mínimos fue devorado por la inflación; además de que muchos patronos compensaron el crecimiento de su gasto salarial despidiendo trabajadores; acentuando el desempleo pavoroso que nos azota, con estadísticas que hablan de centenares de miles de jóvenes de todo el país que ni trabajan ni estudian. Rico caldo de cultivo al delito. Más sombras al panorama: la violencia en el seno de la sociedad se acrecienta: maestros matando a maestros por envidia; sicarios secuestran y asesinan a un periodista; tres hombres quitan la vida a tres de sus hermanos en hechos separados ocurridos en sus propios hogares.
Las encuestas reafirman que la mayoría de la nación no espera mejorías a su situación en el corto plazo y la caída notable de la popularidad del Gobierno se debe no solo a que la cosa está mala sino a que además los discursos del poder hacen mucha abstracción de lo real y se concentran en teorías y especulación histórica y sociológica sobre lo que está pasando. Bajo el peso abrumador de la realidad haría bien el Presidente Leonel Fernández en cumplir su palabra de visitar a partir de mañana barrios y regiones a darse el baño de pueblo que tanto necesita; bajando de las nubes para poner su oído donde debe.
De cal, pero de arena también
En la realidad dominicana también debe escucharse otra campana y no creer que las soluciones dependen exclusivamente de autoridades. Las incapacidades de éstas son agravadas muchas veces por conductas colectivas de las que la propia gente tiene que autocriticarse. Somos la ciudad (Santo Domingo) que más desperdicia el agua potable en el mundo, con culpas de parte y parte, pues si bien falla la corrección de fuga en líneas matrices, también falla el usuario en consumir con responsabilidad para impedir el desperdicio.
El mayor robo de luz -y que impide cobrar la mitad de la generación total del sistema- lo comete gente que puede pagarla aun siendo cara (y que en gran medida es cara por el impago) porque aquí, desde las clases económicas más inferiores a las más ricas, se producen muchos consumos conspicuos al cash, desde cerveza y whisky hasta gasolina para yipetones y carros de lujo.