Lo nuestro

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Buscando, leyendo, investigando sobre nuestro pasado, encontré en la biblioteca de Pichuca Despradel, en la Universidad Autónoma, un ejemplar de la obra “El folklore de la República Dominicana” de Manuel José Andrade, de 1930, reproducido por la Universidad de Santo Domingo en 1948 y luego por la Sociedad de Bibliófilos.

Años después de la publicación del libro de Andrade doña Edna Garrido de Bogss publica su investigación titulada “Folklore Infantil de Santo Domingo”.

Ambos autores señalan coincidencias de cuentos, canciones y consejas, con los de otros países; ello no impide que lo investigado por ellos forme parte del acervo cultural dominicano.

Muchos años antes, en 1916, el Consejo Nacional de Educación declaró texto oficial para la enseñanza primaria la obra “El patriotismo y la escuela” de don Ramón Emilio Jiménez.

En 1932, la obra ampliada y enriquecida con nuevas series de canciones, ya con la titulación definitiva de “La Patria en la canción, don Pedro Henríquez Ureña, Superintendente General de Enseñanza, equivalente a Secretario de Educación, “aprueba la obra para que sea utilizada en las escuelas secundarias.

Los relatos recogidos por Andrade enseñan cuánta sabiduría encierran los cuentos de caminos y las consejas que se intercambian a la luz de una fogata en las noches estrelladas de los campos.

La riqueza de la enseñanza de los juegos colectivos para la vida en sociedad y los ejemplos morales que recogió doña Edna en distintos lugares, deben formar parte de la enseñanza nacional.

En la obra de don Ramón Emilio se canta y se aprende a conocer y amar, a respetar y fomentar el cuidado de las aves, la siembra y cosecha de frutas, la siembra, cuidado y beneficio de los árboles maderables.

La obra comprende desde las canciones para la infancia hasta las canciones que enseñan quiénes fueron los grandes hombres del pasado y por qué debemos reverenciar sus memorias e imitar sus acciones.

Nunca he creído que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, la vida enseña que el tiempo importante es el presente, que el presente se nutre del pasado, que el pasado es prólogo (como dijo Shakespeare) que no hay presente sin pasado y que no hay futuro sin presente.

Cabe preguntar ¿estamos sembrando? ¿Qué sembramos? ¿Preparamos a los niños y jóvenes del país para que cuando les llegue el futuro conozcan y amen su Patria, la que se defiende por encima de cualquier consideración, esfuerzo y sacrificio?

¿Contribuye la educación nacional, pública y privada, a que los niños dominicanos tengan los conocimientos y la capacidad de pensar y querer vivir en su país, luchar por hacerlo mejor y trabajar para engrandecer la Patria?

¿Acaso se les enseña a amar su historia, a conocer de los errores y de los logros del pasado y a pensar y trabajar por construir la parte que les corresponde de una Patria en la que ya muchos no creen?

¿Seremos víctima de la desidia y la complacencia de espíritus mediocres que gobiernan la política, la religión, la empresa privada, la cultura, en fin, todas las manifestaciones humanas?

Siempre se está a tiempo de enderezar el rumbo.
Y desde hace un tiempo necesitamos hacerlo.
¿Cuándo comenzamos?

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