Lo peor

Lo peor

La situación nacional es tan grave que sólo quienes ven el país a partir de su bonancible realidad de hoy, entienden que esto es p’alante que vamos.

Una ojeada a los periódicos, ver la televisión, escuchar la radio, levantar el teléfono bastan  para enterarnos de que nos desempeñamos entre la violencia impuesta por la delincuencia y el absurdo de un gobierno que todo lo ve bien.

Suben los alimentos y los comerciantes publican un aviso elogiando la política del Presidente de la República. Lógico, ven la vida a través de lo que ganan cada vez que sube el precio de los productos que venden. Para ellos, todo está bien.

Suben los insumos que se requiere para la industria y los comerciantes colocan los precios no en la proporción que aumentaron los productos, sino en una proporción que les permita capacidad de recompra. Es decir, venden al valor de reposición porque no hay ninguna  garantía de que los precios tendrán estabilidad.

Mientras se discute cómo resolver la crisis, en una altísima cantidad de hogares se vive como en el merengue de décadas atrás que proclamaba: “que si comamo, no cenamo” Convivimos en una sociedad que se estupidiza al ritmo de la inadecuada alimentación que reciben los niños, con más debilidades que aciertos.

¿Cuáles niños tienen acceso a huevos, leche de verdad, carnes, pescados, aves?

Los organismos del Estado dicen que comemos millones de huevos, por ejemplo. Si divide la cifra por los 10 ú 11 millones de personas que comen huevos en ese mismo tiempo, y luego divide ese resultado entre 365 días, lo que resta es la cantidad de huevos por día por persona.

Ello significa que cuando usted come dos huevos en el desayuno hay centenares de dominicanos a los cuales les resta la oportunidad de comer uno ese día. Ello, sin hablar de los huevos que se usan en pastelería, en repostería, en ensalada, en mayonesas, etc.

Lo cierto es que nos hemos dado buenos en desarrollar el subdesarrollo.

La autoridad, que falta a su deber con demasiado frecuencia, no se percata de que la República Dominicana de hoy no es a la que mayor cantidad de espacio se brinda en las páginas de los diarios: las actividades sociales.

No. Esta no es una sociedad con una mayoría de ricos que viven entre el golf, la pesca del marlin azul, o viajan a Miami o San Juan de Puerto Rico a comer un filete.

Escuchar esta mañana al Presidente de la República será un ejercicio de paciencia. Habrá que ver cómo se las arreglará ya que no puede culpar al Gobierno anterior, al que pasa mañana, porque él lo preside.

Asistiremos a un ejercicio de malabarismo verbal, a un derroche de floritura verbal que hará difícil separar la paja del grano.

Recuerdo aquel discurso del Presidente Salvador Jorge Blanco donde dijo: aún no ha pasado lo peor.

¡Feliz día de la Restauración… por lo menos!

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