No lo permitamos

No lo permitamos

Un país preocupado solo por el presente es un país que enfrenta un futuro incierto y eso vivimos: un presente oscurecido por la acción de dominicanos cuya preocupación principal es dar satisfacción al “tanto tienes, tanto vales” sin que importe el origen doloso de los bienes.

Me preocupa el secuestro del Partido Revolucionario Dominicano y la aparente aceptación de la situación de facto que se vive en la organización, con un dictador que, con respaldo de la parte no sana del Partido de la Liberación Dominicana y del gobierno actual, entienden que podrán apropiarse de las siglas del partido blanco: PRD.

Miguel Vargas Maldonado tiene la aceptación de la gran prensa nacional que apuesta su debilitada credibilidad al llamar a este usurpador “presidente del PRD”, en un juego malsano y malvado contra la democracia.

Esconder la cabeza bajo la tierra, como el avestruz, hacerse de la vista gorda, mirar para el otro lado, hacer como que se ignora la realidad, la verdad, no soluciona ningún problema: los problemas se resuelven analizándolos, discutiéndolos y actuando en consecuencia.

Miguel Vargas Maldonado es un peón de un juego de ajedrez que le asigna el peor lugar en el tablero. Su bien actuado papel de polichinela lo coloca colgado de la pared de los bufones de la política, quienes sólo han servido como comodines, en el amplio espectro que los convierte en traidores de baja calaña.

Junto con sus mentores y maestros de la simulación y el engaño, sus acciones van mucho más allá de lo que se ve, puesto que forman un haz de conspiradores que atentan de manera directa y franca contra la libertad, la democracia y el Estado de derecho.

¿Acaso creen los aspirantes a sepultureros de la democracia que se alzarán con el santo y la limosna sin recibir el castigo del pueblo?

Este pueblo tiene todas las experiencias, respaldó a Juan Pablo Duarte y a los trinitarios, peleó hasta conquistar la gloria contra las invasiones haitianas, se impuso a la voluntad de quienes vendieron la Patria junto con Pedro Santana y levantó la tea que iluminó a Santiago incendiado por el patriotismo de los restauradores.

Este es el pueblo que soportó las tiranías de Lilís y Trujillo hasta que dos balas justicieras recuperaron la respiración colectiva de nuevos aires.

Lo que enfrentamos ahora es la creación de un estado de desesperación política que nunca desemboca en soluciones armónicas y de consenso. Lo que enfrentamos es un verdadero atentado contra el derecho del pueblo dominicano a la autodeterminación.

Las dictaduras se entronizan de una y otra manera, a nosotros, a todos, nos toca demostrar nuestro amor a la democracia y el más profundo respeto por la libertad, en el campo que sea.

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