Lo positivo de Noel

Lo positivo de Noel

JULIO SANTOS-CAYADO
En el satélite se veía como una enorme masa blanca que cubría abundantemente desde las Islas Vírgenes hasta Haití, buena parte del Mar Caribe y del Océano Atlántico que nos baña; sería el 26 de octubre cuando lo ví por primera vez.

Se movía lentamente unos ocho kilómetros por hora pero a pesar de eso, la mancha parecía seguir cubriendo el mismo espacio los días 27 y 28. Dentro de esa gran masa blanca aparecieron otras rojas, especialmente me llamó la atención la que, podríamos decir en primera aproximación, tenía como eje la Autopista Duarte e iba desde el Mar Caribe hasta La Vega-Santiago, quizá algo más al norte, si la memoria no me traiciona.

Las lluvias comenzaron y tomaron por sorpresa a todos, pues la tormenta tropical se formó prácticamente sobre territorio de la Hispaniola. Llovió con gusto y justificando las predicciones de los modelos matemáticos de cambio climático del IPCC (siglas en inglés) del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, sobre lo que he escrito y pronunciado varias conferencias desde el 2002. Entre las conclusiones del IPCC se destaca la que se resume: «Más inundaciones cada vez más grandes y más sequías cada vez más secas». Si esto es así, como parece que se comprueba frecuentemente en el mundo, ciertamente lo sucedido no será único, sino que debe servirnos de advertencia y usar sus daños como enseñanzas «positivas de Noel».

Del daño ocasionado, no me ocuparé, es enorme y la prensa hace una buena labor mostrándolo. Le queda al Gobierno dominicano, a los grupos organizados y a todos los dominicanos de buena voluntad corregirlos lo antes posible y tomar las previsiones para que el próximo suceso sea menos penoso y dañino. Veamos:

No he leído en ninguna parte, cuál fue el total de las precipitaciones producidas por Noel, pero mi olfato me señala que han sido mayores que las de David y Federico y probablemente las mayores generadas por una tormenta en el país. Por tanto, Noel nos ha dejado muchos datos que ojalá hayan sido medidos por los organismos correspondientes, si no lo hicieron en su momento, todavía están frescas las marcas y se pueden reconstruir con sus correspondientes períodos de recurrencia, que irán cambiando con el clima.

También Noel nos ha dejado un mapa de inundaciones bien marcado, las fotos de los satélites adecuados nos lo recogen, sólo faltaría traducirlo a las escalas correspondientes para que se puedan utilizar en los trabajos de ingeniería y protección de personas.

Noel nos ha indicado que las presas dominicanas necesitan tener un plan de emergencia eficiente, constituido por mediciones en todas sus cuencas de captación y en los ríos que alimentan los embalses como forma de saber qué y cuándo hacer los drenajes correspondientes de esos pantanos. Es preciso hacer un análisis de sensibilidad donde se conjuguen las precipitaciones, los caudales y las capacidades de descarga de las presas, de esa manera se tendría programas racionales de manejo para grandes lluvias.

Si esto no se hace quedan dos caminos: Uno, vaciar las presas hasta ciertos niveles «seguros» al comienzo de la temporada ciclónica, esto hecho así, sin base, no resulta racional y se constituye en un desperdicio de agua, además, algunos años puede ocasionar severas necesidades. Segundo, y prepararnos para una infortunadísima circunstancia ocasionada por la rotura de una de esas grandes obras. Hace muchos años señalé en algunos artículos que en el país las circunstancias estaban dadas para que ocurriera un desastre de esa naturaleza, afortunadamente no ha ocurrido; sin embargo, el peligro no ha cesado, por tanto, deben tomarse las precauciones para que no ocurra. Nótese que la mayoría de las roturas de presas han sido ocasionadas por grandes crecidas.

Aprovechemos la inmensa cantidad de datos que nos ha dejado Noel para leer en ellos un poco del futuro y saber cómo lidiar con él.

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