Lo primero de todo: salud y educación

Lo primero de todo: salud y educación

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
La salud y la educación deben estar en los dos primeros lugares de la carpeta de prioridades de las autoridades gubernamentales. Hay que insistir en ello, porque estos dos sectores son claves para mejorar la calidad de vida de los dominicanos, para alivianar el presupuesto familiar y para sentar las bases de un futuro que se nos viene encima o que, paradójicamente, ya está aquí.

Hasta ahora los sucesivos gobiernos que hemos tenido después del ajusticiamiento de Trujillo han preferido otras prioridades. Como hemos anotado en otras ocasiones sobre el mismo tema, casi todas las gestiones gubernamentales han preferido las obras públicas, las construcciones.

Han construido locales para policlínicas, clínicas y hospitales, y también para escuelas primarias y secundarias. Es verdad. Y hay que decir que estas construcciones eran necesarias y ha sido bien que las auspicien y financien, pero los edificios por sí solos no constituyen políticas oficiales de salud y de educación. Es necesario muchísimo más.

La ausencia de esas políticas durante tantos años, con la excepción de algunos paréntesis a favor de la educación, han hecho que especialistas connotados pongan en duda la existencia de un sector salud en la República Dominicana.

Los ciudadanos y ciudadanas necesitan reclamar del equipo de gobierno una política inteligente y sistemática en beneficio de la salud pública. Las autoridades tienen la obligación, de acuerdo a la Constitución de la República, de garantizar el acceso a la salud a todos los residentes en el país. Además, está harto demostrado que un pueblo sin salud no está en capacidad de avanzar y mucho menos de estar en condiciones de correr tras las últimas novedades de las ciencias y las tecnologías.

Hasta ahora solo los médicos y los otros profesionales del sector salud piden, señalan, reclaman, exigen, denuncian y plantean las necesidades de los hospitales y de los enfermos. Millones de dominicanos desfilan por los centros de salud cada año y no encuentran una respuesta adecuada a sus problemas, porque los hospitales no están en condiciones de satisfacer esas demandas.

El país debe y puede tener hospitales organizados, zonificados, con servicios en todas las especialidades, bien equipados, con los medicamentos necesarios para responder a las principales enfermedades y dolencias que se presentan, con garantía de servicio eléctrico y de higiene, con un eficiente servicio de ambulancia y con capacidad tecnológica para darle seguimiento a los pacientes.

La oferta de salud primaria, que garantiza una mejor salud y que disminuye los costos financieros del sector, espera por una puesta en marcha eficiente y sistemática, con un personal adecuado y entrenado.

Por supuesto, encaminarnos por este sendero reclama de una erradicación de la política partidaria, la eliminación de esa práctica antitodo que consiste en cada cuatro años, cuando hay cambios de equipos gubernamentales, desmantelar los programas y mandar a todo el personal o buena parte del mismo a las calles. Reclama también que los gobiernos tengan la salud como una verdadera prioridad, es decir, como una prioridad real, no retórica.

Y de la mano con la salud está la educación.

Hay que reconocer que en la educación el país ha tenido mejor suerte que con la salud pública. Es decir, que ha trabajado más y mejor, que ha invertido más recursos financieros y que en los años noventa agotó un excelente proceso de planificación que luego llevó parcialmente a la práctica.

Sin embargo, los logros son todavía ínfimos. Basta recordar que la República Dominicana  tiene un promedio de escolaridad de cuarto curso. Una formación asaz insuficiente para estar en condiciones para acceder a las nuevas tecnologías y a otras expresiones del progreso, salvo que se quiera mantener las brechas educativas que se tienen actualmente, las cuales  se traducen en brechas sociales, laborales y económicas. 

Está demostrado en múltiples estudios locales y regionales que la educación es la vía más adecuada para romper el círculo de la pobreza. La educación, además, mejora el pensamiento, mejora la capacidad para acceder a nuevas informaciones, a nuevas tecnologías y a nuevas practicas culturales.

Pero necesitamos escuelas que estén alojadas en locales adecuados. Esto hay que decirlo una y otra vez, tantas veces como sean necesarias para que las autoridades gubernamentales lo entiendan: necesitamos escuelas que estén alojadas en locales adecuados.

También necesitamos escuelas con los equipos pedagógicos necesarios para una docencia eficiente. Es decir, la República Dominicana no puede seguir con el triste espectáculo de tener escuelas sin pizarrones, sin tizas, sin borradores, sin equipos para enseñar química, física, matemáticas, ciencias naturales y fisiología humana, por ejemplo.

Las autoridades educativas tienen la obligación de diseñar una política que elimine estos obstáculos, impensables en estos tiempos y en una nación cuyos equipos gobernantes gastan tantos y tantos millones de pesos y de dólares en todo lo que se les ocurre.

Otras veces hemos dicho en estas notas que la sociedad necesita que sus autoridades gubernamentales hagan con la salud y la educación esfuerzos similares o superiores a los que hacen para pagar la deuda externa, para conseguir o mantener el equilibrio macroeconómico o para mantener la popularidad de los principales burócratas del sector público.

Porque si no hay salud y educación, tampoco habrá otras cosas. Ojalá que se entienda y que se actúe en consecuencia.

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bavegado@yahoo.com

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