Lo que bien se concibe, con destreza se expresa… A mis maestros, a mis estudiantes.

Lo que bien se concibe, con destreza  se expresa… A mis maestros, a mis estudiantes.

El arte de hablar convocó el pensamiento desde el ágora de Sócrates.
Los filósofos de la Antigüedad hicieron de la palabra un instrumento ciéntifico para edificarnos como seres humanos en lo más alto y más misterioso e incomparable del universo, el Verbo.
Recordamos dentro de esta tradición la belleza de la oratoria, que aprendimos de Bossuet en sus Oraciones Fúnebres, pero también el arte de las máximas de La Rochefoucault.
En nuestra escuela pública y laica recitábamos con entusiasmo y alegría las fábulas de Esopo y de La Fontaine siempre llevadas por nuestras maestras y maestros al escenario del placer elocutivo y éramos felices ensayando y repitiendo… de nada sirve correr, hay que salir a tiempo…sabiduría de la tortuga, frente al frenesí de la liebre….Así fuimos aprendiendo el placer de hablar, de recitar de declamar, porque sentimos en la palabra la belleza del concepto desde la prima infancia.
Nos enseñaron la oralidad con el cuidado de la construcción gramatical y semántica porque la oralidad es parte de la literatura pues llama los mismos recursos de la expresión escrita, son las mismas palabras cuando son dichas o cuando son escritas para transmitir ideas y pensamientos.
Por eso desde la maternal urge establecer el recurso de la literatura oral, para que los niños entiendan y adopten que hablar es bello, que decir y comunicar es generoso y respetuoso.
Cuando en una clase maternal se instala un rinconcito del cuento y la palabra la maestra y el maestro puede iniciar un sentimiento de grandeza intelectual en las niñas y los niños desatarles la inteligencia con la creatividad verbal y el uso elocutivo.
El cuento es un encanto de la palabra
Los cuentos de Grimm pueden ser estudiados para abrir en la niñez la capacidad de ellos mismos inventar con sus palabras una historia.
Nos referimos a todo esto por la inquietud que sentimos en el marco de la expresión oral que día tras día escuchamos en la radio, en la televisión, en el campo político en las asambleas en la jurisprudencia. Estamos frente a un nivel de la oralidad destructora y gangrenada por la vulgaridad, la pobreza etimológica y gramatical
Nos asombra el espacio escatológico que ha tomado la palabra en nuestro país, donde comunicadores se permiten recurrir a metáforas sexistas más que groseras, y por mucha razón que tengan en sus exposiciones el contenido del lenguaje no permite el acceso a la inteligencia.
Se ha destituido por completo la exigencia oral del protocolo sin tomar en cuenta el referente y el referido.
La veracidad de un argumento no se justifica por el grito, el chillido, la ofensa. La verdad llega con exposición y demostración, argumentación y verificación…
Por eso en un país de tradición oral heredada de las décimas, es imperdonable que no se respete la palabra oral y escrita.
Más aún al dominicano le gusta hablar y yo recuerdo en los setenta, ochenta el gusto que se tenía por una conversación en una marquesina y recordamos amigos abogados, profesores y periodistas y comunicadores en quienes se sentía todo el respeto y el amor por la palabra.
Podemos referirnos a los discursos de José Francisco Peña Gómez, a su arte de la retórica de la metáfora, del referente a la búsqueda de un tono carismático, preñado de sentimiento y respeto.
También recordamos la belleza del buen hablar de don Juan, siempre buscando con esmero la palabra justa, la anécdota que iba a ilustrar el sentido para hacerlo accesible.
Es más, nosotros entendemos que la escritura de Juan Bosch nació de su arte de la oralidad y esto lo encontramos en sus cuentos, donde precisamente las maestras y los maestros pueden encontrar en su escritura su arte de contar, tema para todo un taller de abordaje de la obra de BOSCH con vocación de didáctica y práxis escolar para los diversos niveles de bachiller. Es más aún, ahora que se abrieron los bachilleres en artes la literatura y la elocución deben de ser enseñados como un arte….Pues de esos futuros bachilleres tenemos quizás brotes de artistas dramáticos, futuros periodistas, comunicadores, relacionadores…
La oralidad es contenido, por eso es literatura.
Los Ministerios de Educación tienen que y deben implantar en la capacitación de docentes la enseñanza de la literatura universal oral. Las maestras y los maestros son los primeros que deben autoexigirse y exigir métodos y recursos de oralidad en su didáctica y en su capacitación docente.
Sería importante organizar con los distritos talleres sobre las dinámicas de aprendizaje oral.
Enseñando cómo se construye un cuento cómo se cuenta, cómo se establece el interés, se capta el auditorio, convocando grupos de docentes que van a entrar en una práxis didáctica entre ellos y a partir de ahí se dinamiza un grupo de niñas y niños que a la manera de…irán poco a poco cogiendo piso y amor a la palabra, para ellos mismos luego contar a la manera de Grimm, a la manera de Martí, a la manera de las Mil y una Noches, sus propias historietas.
Es interesante llevar esta didáctica a la secundaria y a los estudios superiores.
Las profesoras y los profesores de lengua pueden animar las clases despertando el juicio crítico con una interactividad que permita organizar en una clase un programa de radio, los jóvenes buscan las informaciones de la semana, sobre temas a su alcance como el medio ambiente, las artes, el cine, los deportes y organizan un programa radial de 15 minutos luego 20 y poco a poco van teniendo el recurso técnico del tiempo con la palabra, lo que les impone la eficiencia de contenido y sentido.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas