Lo que el mundo quiere de Estados Unidos

Lo que el mundo quiere de Estados Unidos

POR ROGER COHEN
PARIS.-
«De vez en cuando», dijo Michel Barnier, el canciller francés, «puede ser útil escucharse unos a otros».  El comentario, hecho en una entrevista dedicada en gran medida al deseo de Francia de mejorar los lazos con Estados Unidos, refleja una preocupación global mientras el Presidente George W. Bush se embarca en su segundo mandato esta semana con un nuevo equipo de política exterior. Países alrededor del mundo, ya sean aliados o no, quieren ser escuchados – sobre terrorismo, sí, pero también sobre desarrollo, comercio, el medio ambiente y el dólar débil.

La visión del primer mandato de Estados Unidos como una potencia sin rival con un solo foco de atención, desinteresado en la consulta, su percibida arrogancia captada por las fotografías en Abu Ghraib, serán difíciles de sacudir. Sin embargo, sugirió Barnier, «Estados Unidos no puede estar sólo durante los próximos 30 años, enfrentando a los problemas del mundo».

Por un momento después del 11 de septiembre del 2001, la guerra contra el terrorismo dictó nuevas alianzas. Rusia y China, entre otros, encontraron causa común con Estados Unidos en combatir a los islamitas militantes. Pero esa temporada podría estar llegando a su fin; Rusia está molesta por lo que considera la intromisión estadounidense en su patio trasero, no menos Ucrania, y China se quejan del apoyo estadounidense a Taiwán y la oposición al levantamiento del embargo europeo sobre las ventas de armas.

Estados Unidos, por supuesto, no está tan aislado como podrían creer los franceses. El nuevo presidente de Rumania, Traian Basescu, alcanzó la victoria el mes pasado gracias a una plataforma de apego estrecho a la línea dictada en Washington y Londres. Los rumanos adoraron esa postura. Como otros en Europa Central y Oriental, aún ven a Estados Unidos como un faro.

Pero en Occidente, la imagen de Estados Unidos está empañada, y Bush es blanco de amplio disgusto. Desde Berlín hasta Madrid, la gente quiere pruebas de que la alianza transatlántica aún cuenta y aún involucra respeto mutuo.

Bush tiene programado visitar Bruselas el mes próximo, un gesto destinado a demostrar una nueva sensibilidad ante las inquietudes de Europa. Su misión no será fácil, pero la situación en Irak podría enfocar las mentes en la necesidad de cooperación.

Oriente Medio es el nexo de las expectativas que el mundo tiene del presidente estadounidense. Bush y su secretaria de Estado designada, Condoleezza Rice, podrían aliviar la hostilidad hacia Estados Unidos si se considera que llevan nueva energía – y mayor equilibio – a su enfoque hacia el conflicto palestino, y si pueden encontrar una forma de empezar la retirada de Irak este año.

La guerra contra el terrorismo islámico inevitablemente seguirá siendo un foco de atención central para Estados Unidos, cuya urgencia deja de lado todo lo demás en opinión de muchos estadounidenses. Cómo la lleve a cabo Bush, y especialmente el resultado en Irak, probablemente resultará clave para el legado del mandatario.

Pero concentrarse en el terrorismo islámico excluyendo todo lo demás probablemente perjudicará al presidente en el resto del mundo. Africa quiere mayor atención al alivio de la deuda y un comercio más abierto. Latinoamérica se siente descuidada y está volviéndose hacia China como socio económico. El tsunami del 26 de diciembre centró la atención en la pobreza, un asunto en el que el mundo quiere más liderazgo estadounidense. Ese es el sino de Estados Unidos, el fruto envenenado de su poder: El mundo ve en su dirección en busca de paz, de prosperidad, de virtualmente todo. La carga es imposible, y se ve complicada por toda la ambivalencia que inspira ese gran poder. Incluso mientras ven en dirección de Washington, los países resienten el hecho de que estén obligados a hacerlo.

Lo que más quiere el mundo de Bush es que el poder estadounidense sea ejercido con mayor sutileza. De otro modo, las coaliciones que él ha fomentado para efrentar las armas nucleares de Corea del Norte o las ambiciones nucleares de Irán podrían resultar frágiles, potencialmente dejándolo solo para enfrentar una nueva guerra solitaria, costosa y peligrosa.

El poderío de Estados Unidos no tiene rival. La cuestión es cómo usarlo mejor.

EUROPA: UN ROMPIMIENTO ES DIFICIL

POR MARK LANDLER

FRANCFORT, Alemania.- Mientras los europeos se resignan a otros cuatro años de la presidencia de George W. Bush, hay un creciente reconocimiento de que la alianza transatlántica, aunque no rota, ha cambiado irrevocablemente.

El amargo choque en torno a la guerra en Irak, el abierto anhelo en algunas capitales europeas de la derrota de Bush en las urnas, incluso la tolerancia de Estados Unidos de un dólar más débil, que ha perjudicado a los exportadores europeos, todo da fe de una relación empañada por la sospecha y la incomprensión mutua.

Para algunos aquí, el mejor remedio es simplemente tener expectativas más realistas de Estados Unidos. Los europeos, dicen, deben aceptar que ya no son el punto de apoyo de las políticas exterior y economía de Estados Unidos.

«Cuando uno va a Texas, cuando uno va a Florida, encuentra que Europa ya no es el centro que anteriormente era», dijo Bernard-Henri Levy, el escritor y filósofo francés, quien recientemente completó un recorrido de siete meses por Estados Unidos.

«El centro de gravedad en Estados Unidos ha cambiado totalmente, hacia Asia en vez de Europa», dijo Levy. «No se debe a la malicia estadounidense. El mapa del mundo tiene una forma diferente».

Sin embargo, hay mucho que los socios transatlánticos pueden hacer juntos, ya sea frenar las ambiciones nucleares de Irán, reavivar el proceso de paz de Oriente Medio o corregir los desequilibrios en la economía global. Entre los pasos inmediatos, Europa espera que el gobierno de Bush frene sus déficit comercial y presupuestario, lo cual apuntalaría al dólar y quitaría algo de presión al euro. Los europeos, notablemente el Primer Ministro Tony Blair de Gran Bretaña, quieren que la Casa Blanca actúe con seriedad en forjar un acuerdo entre Israel y los palestinos.

Los tumultuosos acontecimientos de los últimos años demuestran las fortalezas complementarias de Estados Unidos y Europa: El poderío militar y los principios políticos inmutables de Estados Unidos; la capacidad de Europa de encontrar soluciones multilaterales, ejemplificada por el callado éxito de la Unión Europea.

El realismo sobre Estados Unidos no significa cinismo. Muchos europeos que deploran los métodos burdos de Washington y sus tendencias unilateralistas aún dicen que Estados Unidos puede recapturar su liderazgo moral.

«La máxima prioridad es regresar al debido proceso de la ley en las prisiones que Estados Unidos estableció después del 11 de septiembre», dijo Michael Naumann, editor del influyente periódico alemán Die Zeit. Dijo que sólo a través de una evaluación completa de la guerra en Irak, admitiendo qué salió mal, Estados Unidos pudiera desempeñar un papel positivo al fomentar la democracia en Oriente Medio.

Para Naumann, quien alguna vez trabajo como editor de libros en Nueva York, la contribución más duradera de Estados Unidos sería reclamar su estatus como una fuente de las artes. Demasiados europeos, dijo, ven la cultura estadounidense como sinónimo de una televisión destartalada, como la serie «Sex and the City». «Lo que más deseo de Estados Unidos es la próxima novela de Tom Pynchon», dijo.

CHINA: SON SOLO NEGOCIOS

POR KEITH BRADSHER

HONG KONG.- Cállense y sigan comprando. Pocos países se están beneficiando tanto como China en estos días por el status quo internacional – y Pekín lo sabe. Por ello, conforme las críticas estadounidenses a China han cambiado de los derechos humanos al valor de su moneda y la agresividad de sus prácticas comerciales, los líderes chinos han tratado duramente de mantener la paz mientras exportan aún más.

La economía de China está duplicando su tamaño cada 10 años, y los ingresos personales han estado subiendo significativamente, especialmente en las ciudades. El comercio con Estados Unidos desempeña un papel enorme en es crecimiento, conforme los inversionistas del mundo invierten dinero en las fábricas chinas que hacen productos destinados principalmente al mercado estadounidense,

El superávit comercial de China con Estados Unidos ahora es igual a ligeramente más de una décima parte de toda su producción económica – una cifra extraordinaria, considerando cuánta de la producción económica del país es inherentemente inexportable, desde cortes de pelo y la construcción hasta las Big Macs y los grande mochas en los proliferantes locales de McDonald»s y Starbucks. China es tanto un beneficiario enorme de los apetitos de consumo estadounidenses como profundamente dependiente de ellos.

Esa dependencia pone nerviosa a China, especialmente cuando el gobierno de George W. Bush impone restricciones a los embarques chinos a Estados Unidos – todo desde acero hasta recámaras y brassieres.

«El gobierno de Bush debería tener visión y desempeñar un papel importante en la globalización y el comercio internacional, en vez de enviar un mensaje al mundo de que »Nos importan más nuestras propias empresas que las de cualquier otro»», dijo Xu Xiaonian, prominente economista de Shanghai, expresando un sentimiento común.

China necesita de un Estados Unidos próspero, con políticas económicas que no sólo estén libres de proteccionismo sino también alienten el consumo y mantengan el dólar bastante estable. Las bajas tasas de interés y los grandes déficit presupuestarios han ayudado a China en el corto plazo, avivando una fiebre consumista en Estados Unidos y haciendo más fácil que compañías e individuos estadounidenses pidan prestadas enormes sumas e inviertan el dinero en China.

Aunque China ha permanecido enfocada en proporcionar empleos para los millones de trabajadores que abandonan sus granjas o pierden sus empleos en empresas estatales ineficientes, asuntos geopolíticos como la guerra en Irak sólo han sido una preocupación secundaria. China necesita vías marítimas seguras para sus importaciones petroleras siempre crecientes, y como el resto de Asia, depende implícitamente de que la Armada estadounidense mantenga seguros a los buques tanque.

Desde el punto de vista de Pekín, aunque no del de Washington, el asunto más espinoso también es el más antiguo: el continuo apoyo de Estados Unidos a Taiwán, al cual China considera una provincia renegada. China ha advertido de nuevo en las últimas semanas que Estados Unidos debería dejar de proporcionar apoyo militar a la isla.

Pero con la planeada compra de una división de computadoras personales de IBM por parte de Lenovo con sede en Pekín, el mensaje principal de China es: «¿Quieren que una computadora de escritorio venga con ese horno de microondas?»

LATINOAMERICA: HEY, ¿NOS RECUERDAN?

POR LARRY ROHTER

RIO DE JANEIRO, Brasil – ¿Qué se necesitará para que Estados Unidos ponga atención en Latinoamérica? ¿Un resurgimiento de las guerrillas anti-estadounidenses?

Esa triste pregunta cruza las mentes aquí porque, aun cuando a Washington le preocupa la pobreza y la desigualdad que generan nuevos enemigos para Estados Unidos en el mundo islámico, ha demostado mucha menos urgencia sobre problemas similares que se fermentan en su propio patio trasero.

Cuando el Presidente George W. Bush empezó su primer mandato, los latinoamericanos tenían razón de esperar que el patrón, evidente desde el colapso de la Unión Soviética, cambiara. En un discurso durante la campaña del 2000, Bush había prometido que «si llegó a ser presidente, miraré hacia el Sur, no como una ocurrencia tardía sino como un compromiso fundamental». Después de que asumió el poder, su primera visita de estado fue a México.

Luego, por supuesto, vinieron los ataques del 11 de septiembre. Mientras Washington se enfocaba en Afganistán e Irak, el hemisferio occidental rápidamente retrocedió al papel subordinado que desempeñó durante gran parte de la guerra contra el comunismo.

Durante la Guerra Fría, al menos, hubo momentos en que Cuba, Chile o Nicaragua atrajeron l atención de Washington. Pero ahora, los latinoamericanos dicen que su región está casi totalmente fuera de la pantalla de radar de Washington.

En conferencias recientes en México y Chile, Bush habló del poder del comercio para transformar y unir al hemisferio. Pero según lo ven muchos latinoamericanos, en vez de buscar acuerdos que propaguen y compartan la prosperidad, Washington está haciendo más difíciles las negociaciones sobre comercio y poniendo primero sus intereses comerciales.

Mientras tanto, para reducir su dependencia y obtener algo de influencia, los latinoamericanos han buscado alternativas. Varios países ahora dividen su comercio casi igualmente entre Estados Unidos, la Unión Europea y Asia, y el Grupo de los 20 encabezado por Brasil se ha erigido para desafiar a Washington en asuntos que van desde el libre comercio hasta las patentes. El año pasado, gran parte del crecimiento económico de la región provino del comercio en auge con China, que es vista cada vez más como una carta a ser jugada contra la hegemonía estadounidense. En ausencia del respeto que Latinoamérica siempre ha anhelado más de Estados Unidos, el dinero habla más fuerte, y por el momento, es China, no Estados Unidos, el que parece cumplir más con ello.

EL MUNDO ARABE

POR NEIL MacFARQUHAR

EL CAIRO, Egipto.- En general en el mundo árabe, mi intercambio diario con choferes de taxis, comerciantes en bazares, meseros y similares fluye con suficiente amenidad hasta que me preguntan, como invariablemente lo hacen, de dónde soy.

«Nueva York», respondo regularmente, esperando ver cuánto tiempo les toma registrar que eso significa «estadounidense». Luego a menudo es como ver un cohete caer: Su charla se detiene, sus ojos repentinamente evitan los míos, y la transacción en mano es llevada a una rápida conclusión.

En cierto grado, estos encuentros diarios sugieren el estado más amplio de las relaciones árabe-estadounidenses actualmente. En todos los asuntos importantes, la región rezuma resentimiento hacia Estados Unidos y su aparente desdén por los árabes.

No obstante lo penetrantes que se han vuelto los sentimientos de «no puedo vivir con él» sobre Estados Unidos, los árabes más pragmáticos se dan cuenta de que «no podemos vivir sin él» es el único enfoque realista. Nabil Fahmy, embajador de Egipto en Washington, captó esa opinión en un discurso en la Universidad Americana en El Cairo:

«No puedo tener éxito al buscar mis objetivos nacionales, económico o políticos; no puedo tener éxito en seguir mis objetivos regionales, de paz, estabilidad, cualquiera, en Oriente Medio; y no puedo tener éxito en seguir mis objetivos globales al tratar de sumar mi agenda a la agenda global – sea sobre asuntos sociales, sobre asuntos de control de armas, sobre asuntos económicos – sin involucrar a Estados Unidos», dijo el embajador. «Estar de acuerdo es otro asunto, pero no podemos permitirnos, como Egipto, buscar alguno de nuestros intereses nacionales y esperar tener éxito, a menos que involucremos a Estados Unidos. Ningún bando tiene la opción a corto plazo, ni a mediano plazo, de ignorar al otro».

Los temas de Irak y el conflicto palestino-israelí dominan las relaciones árabe-estadounidenses; en muchas mentes árabes, son males gemelos que Estados Unidos prolonga. Lo que el mundo árabe quiere de Estados Unidos ahora es encontrar alguna pizca de estabilidad en Irak y regresar en serio a la búsqueda de una solución en Cisjordania y Gaza.

Aunque los regímenes cercanorientales indudablemente han explotado la cuestión palestina durante décadas para justificar todo tipo de represión interna, solucionarla eliminaría una raíz primaria de la violencia y el extremismo. Los árabes universalmente consideran al gobierno de George W. Bush indignantemente poco crítico de Israel, pero la falta de involucramiento es igualmente preocupante.

Sobre Irak, siempre ha habido ambig_edad. Los gobiernos árabes, en particular, no quieren ver que Estados Unidos tenga éxito o fracase ahí. Una democracia exitosa significaría presión para abrir sus propias sociedades, pero un fracaso probablemente significaría una horrible guerra civil, avivando la hostilidad entre sunitas y chiítas y dando forma concreta al nacionalismo curdo, una perspectiva que ningún vecino desea.

Finalmente, quienes no han perdido toda esperanza en Estados Unidos desean fervientement que ese país y el mundo árabe tuvieran una empresa compartida prominente, alguna prueba de que ser amigos de Estados Unidos es algo que vale la pena.

«Necesitamos una historia de éxito, sea Irak, sea en el proceso de paz de Oriente Cercano, sea en asuntos de algún ejercicio humanitario, lo que sea», dijo el embajador Fahmy. «Necesitamos hacer algo que claramente indique a ambos bandos que estamos trabajando juntos».

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