Hemos estado sufriendo en estos últimos años de una crisis económica, política y de ausencia de credibilidad, porque a pesar de las bondades que nos anunció el pasado gobierno, lo que hemos vivido es en medio de una sociedad mucho más pobre, con mayor desigualdad  y sobre todo más injusta.

Todo esto  ha sido debido a la destrucción del empleo impuesto por la Dirección de Impuestos Internos y la continua sobre valoración de los bienes raíces, impulsado por la Sección de Valores de esa misma institución, en franca violación a lo especificado en el Código Inmobiliario Tributario. Parece que los funcionarios que han pasado por esas oficinas desconocen que el ciudadano inversionista no puede pagar lo que no tiene o que no puede pagar, por eso es que las consecuencias más significativas han sido la desigualdad y la pobreza, pues vamos directo a un barril sin fondos, que en definitiva puede terminar en la desobediencia civil sin límites, y, luego no sabemos quién estará en condiciones de asumir la catástrofe que se asoma en el horizonte del país. Si no lo entienden así, observen por algunas horas el incremento de las personas que piden ayuda en las esquinas y las tantas que buscan auxilio en los hospitales públicos y en los comedores económicos. Con esa sola dos lecturas es suficiente para interpretar nuestro futuro. ¡Ojalá que Dios se apiade de la sociedad dominicana! Hay que reducir los cargos diplomáticos, las botellas y los altos sueldos de los funcionarios y consejeros directivos  de ciertas dependencias. Pero tengamos muy presente a los responsables del desastre, porque ellos y sólo ellos son los culpables de la situación que estamos viviendo, y siguen su derrotero como si nada estuviera sucediendo. Una solución para la crisis económica y social está en crear nuevas fuentes de empleo y no seguir persiguiendo a inversionistas en el área de la construcción de viviendas y en las zonas francas industriales, porque dentro del conglomerado del país en estas dos actividades es donde mayor número de dominicanos ocupan sus brazos y su capacidad de generar empleos estables. Estudien sus resultados  y  déjenlos tranquilos y ellos continuarán ofreciendo otras nuevas fuentes de trabajos, rentables y sin complicaciones, pero con mucha paz para nuestros hogares. El país está necesitado de paz sin tráfico de influencias y sin delincuentes.