Lo que escuché y quise escuchar el 27

<STRONG>Lo que escuché y quise escuchar el 27</STRONG>

“Haremos cumplir la Constitución y las leyes que nos gobiernan. Y decimos con propiedad que nos gobiernan porque en una democracia no debe haber más gobierno que el de las leyes”,extracto introducción discurso Juan Bosch el día de la toma de posesión de su gobierno: 27 de febrero 1963.

 

Me levanté con ganas de asistir a todas las actividades culturales relativas al día de la Independencia del país: la República Dominicana celebraba su cumpleaños número 169, de independencia, de libertad. Las redes sociales se llenaron de fotos y videos de bebés, niños y niñas vestidos de personajes históricos para asistir a festividades escolares. Muchas casas exhibían sus banderas en las galerías, balcones y ventanas. El 27 de febrero es el día más importante de nuestra historia como República y su antesala es el discurso mañanero anual de rendición de cuentas del mandatario de turno, en esta ocasión: Danilo Medina Sánchez. 

La transmisión del discurso de rendición de cuentas, deber presidencial que tiene su base legal en el artículo 114 de la Constitución dominicana, inició puntual y gran parte de la población prestó total atención. Esos discursos del 27 de febrero habitualmente se utilizan como rendición de ‘cuentos’ que contrario a cumplir su objetivo original, tienden a ser palabras de politiquería barata promocionando al partido oficial y mareando al pueblo con píldoras compuestas por dos químicos denominados: “falsas promesas” y “de aquí no me saca nadie”.

Los primeros 15 minutos y 50 segundos fueron dedicados al tema de educación, en dos vertientes: cumplimiento de la ley en lo relativo a la asignación del 4% del PIB al sector educación y el progreso de los programas contenidos en el plan de gobierno. Minutos que evidenciaron la prioridad que se tiene en la actual administración de colocar el tema de educación como punto de agenda político protagónico. De ese tema, el presidente Medina caminó hacia el tema de las familias dominicanas, el fortalecimiento de la clase media, la salud pública, obras públicas (viviendas, asfaltado, etc.), seguridad ciudadana, medio ambiente, empleo, agricultura, empresas, turismo, electricidad, aspectos macroeconómicos, entre otros: una lógica discursiva que retoma nuestra condición de Estado Social y democrático de derecho y que gira en torno a la dignidad humana.

Hasta ahora no he escuchado el primer discurso que abarque todo el panorama social, político y económico de un país: ni los discursos de Castro satisfacen la totalidad de lo que todo el mundo quisiera oír en una rendición de cuentas. Sin embargo, un pueblo que ha sufrido la poca inversión social y la rienda suelta de un sector empresarial valora y se esperanza con una alocución de una nueva gestión que coloca el desarrollo humano como prioridad y la justicia social como su lema. Escuchar palabras del primer mandatario que enfrenten a una empresa minera que se aprovecha de un contrato que no beneficia de manera justa al país, es alentador.

Hay algo de sus expresiones, de su tono de voz, de su mirada que despierta una confianza aún no ganada; esos elementos le “dan gabela” al presidente y debe aprovecharlo. La tarea de mantener esa confianza es la más difícil, sobre todo porque su gestión aún no expulsa las manzanas podridas que retan la ley y burlan a la ciudadanía.

Puntos importantes que noté dejó fuera de su discurso y que se esperaba los incluyera fueron: el seguimiento a la Estrategia Nacional de Desarrollo, proyecto de ley orgánica de la Policía Nacional, violencia de género y la persecución a la corrupción administrativa. Con relación al tema de lucha anti corrupción, estoy consciente de que el presidente habló en su pasado discurso sobre no tirar piedras al pasado, pero pensé que sería una posición que reflexionaría y que entendería sigue siendo una debilidad de la gestión de su partido. No podemos seguir reinventándonos en el lodo: las leyes no pueden ser aplicadas de manera selectiva.

Es imposible escuchar todo lo que queremos en un solo discurso; por eso espero con ansias que a partir de estos seis meses de gobierno se hable con acciones y no con palabras. Ya veremos cómo sale todo el próximo 27 de febrero. ¡Atentos!

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