Lo que esperamos en el 2019

Lo que esperamos en el   2019

Propósitos.  Los años se siguen y no siempre se parecen. Menos pena, más gloria, ojalá el año venidero sea muy generoso con los artistas y las artes visuales. Es tiempo de rescatar una iniciativa que había puesto a la República Dominicana en el mapa de los organizadores regionales

Si bien es cierto que el arte dominicano continúa rico en valores, que las exposiciones se multiplican, que los maestros nos enorgullecen y que avanzan las jóvenes promesas, a este mismo florecimiento le hacen falta disposiciones, espacios, contrapartidas, realizaciones, circunstancias, eventos, que correspondan a tanta abundancia de talentos y ofrecimientos en busca de oportunidades…
Al aproximarse un año nuevo, surgen las preguntas: ¿qué va a suceder?, ¿se repetirán lo bueno y lo malo, habrá sorpresas felices? Tenemos en parte las respuestas: están los acontecimientos anunciados, las expectativas, las esperanzas inciertas, y lo desconocido aún… Hemos pensado mucho en este futuro inmediato: expresaremos optimismo e inquietudes.
La bienal y el MAM. El acontecimiento mayor será la Bienal Nacional de Artes Visuales, cuyo período de celebración se ha extendido tanto que los incrédulos no faltaban. Pero, desde ayer, su primer acto y compromiso absoluto ha concluido: la entrega física de las obras o de los proyectos según las categorías.
Es evidente que todavía queda entre las preocupaciones la parte principal: el remozamiento del Museo de Arte Moderno, “casa” de la bienal. Para los optimistas, que son mayoría, en marzo se entregará el edificio recuperado y flamante. Todo indica que se respetarán los plazos y pasos previstos hasta la inauguración: el 6 de junio.
Luego, después de la bienal, nuestra primera institución para las artes visuales, cuya ausencia temporal se sintió fuertemente, volverá a su ritmo de actividades nacionales e internacionales, probablemente con impulsos renovados.
Si mencionamos las actividades internacionales –pocas veces son intercambios–, es que, salvo la comparecencia ocasional de expertos, han escaseado los aportes del exterior. Por cierto, se hace cada vez más difícil por el costo de los seguros y del transporte –hasta en los países y museos acaudalados–, y también las reducciones mutilan en este sentido los servicios culturales diplomáticos. Así hay pocas posibilidades de que nos lleguen obras originales y exposiciones valiosas estéticamente, exceptuando a la fotografía –cada vez más cotizada en el mundo– una esperanza al respecto y el envío digital.
Ámbito internacional. Al mencionar el tema internacional, los artistas dominicanos se quejan amargamente de que no los proyectan fuera del país, y que casi nos ignoran –no bastan las referencias de críticos–. Tienen sobrada razón, pero el asunto es complejo, planificado con años de anterioridad, y el mundo de grandes centros y galerías poco se abre a las revelaciones y a la mejor tradición. A veces, lo que suena en un curriculum, como la Unesco –accesible–, no tiene seguimiento… salvo milagros. Sin embargo, debemos tratar de aumentar los contactos, y nuestras embajadas –nos abstenemos de un juicio de valor– son las primeras competentes en investigar, proponer y promover. Debe ser un compromiso para el 2019.
También han de contribuir a la proyección y los intercambios, asociaciones, competentes por representar el arte dominicano en el exterior, desde sus vínculos internacionales “ipso facto”. Nos referimos a la Asociación Dominicana de Críticos de Arte y al Colegio Dominicano de Artistas Plásticos. Sin entrar en análisis, es evidente que sus acciones y actividades son limitadas –igualmente en el contexto interno–, para la protección, la difusión y el avance de sus miembros. Entre sopesadas resoluciones, toma de conciencia y/o nuevas directivas colegiales, el medio artístico dominicano aguarda un avance efectivo en el 2019, a la vez cualitativo y solidario, de ambas agrupaciones.
Situación del artista. La condición del artista dominicano se ha vuelto motivo de permanente desvelo.
No basta decir que no se puede vivir del arte, que las compras están en crisis, que el sector decoración no ayuda, etc… Existe un hecho que reafirmamos: hay mucho talento dominicano, en todo el territorio nacional – allí, están las escuelas de arte–, desorientado, sino desesperado. Una razón para ofrecer oportunidades en el arte público, organizar concursos, evitar monopolios, estimular la creación –escultórica en particular–. No bastan los murales, a menudo discrecionales, más una expresión – ¡ya algo es!– que un oficio rentable… Voces numerosas se han oído al respecto, falta escucharlas.
Si retomamos el tema internacional, recordamos la Bienal del Caribe, que logró cinco ediciones, luego se espació y se perdió en el olvido. Es tiempo de rescatar una iniciativa que había puesto a la República Dominicana en el mapa de los organizadores regionales y más allá, que nos había forjado una reputación y un inicio de sitial: llegamos a invitar a más de treinta países. Ojalá se estudie y se revise ampliamente esta “gesta”, aprovechando el 2019 para una nueva convocatoria.

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