Lo que esperan las comunidades

Lo que esperan las comunidades

 POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO  (y 4)
La inversión de recursos en las áreas protegidas, dinero específicamente, en infraestructuras de poca duración, es dinero perdido. Se sabe de decenas de millones de pesos destinados a infraestructuras que al poco tiempo ya son inservibles.

Un ejemplo de ello es la infraestructura (caminerías) de la Cueva de la Arena, en el Parque Nacional de los Haitises, construida en madera, que ha debido ser reparada ya muchas veces, y la sección que podría ser de mayor atractivo –la que lleva al visitante al manglar cerca de la cueva– es actualmente inútil. Sea por las condiciones “devoradoras” del bosque húmedo o por los efectos de los huracanes, definitivamente, construir con materiales de corta duración es dinero tirado al mar.

Puede que con cinco o seis millones de pesos se hagan muchas casetas en los parques, galpones mejor dicho. Pero en poco tiempo será dinero tirado, aparte de que no resultan nada atractivas y mucho menos confortables para el alojamiento ecoturístico.

Por otro lado están las condiciones de los guardaparques: entrenamiento, condiciones físicas y apariencia personal. Nuestros guardaparques son escogidos entre los prácticos locales que puedan aparecer y que estén dispuestos a trabajar por el sueldo mínimo. El entrenamiento que reciben se queda en algunos cursos y conferencias que el hambre ancestral y la falta de uso del cerebro no les permite asimilar.

Con más o menos regularidad “visten” un uniforme que casi siempre parece prestado, el que usan tal cual sus prendas diarias: camisa desabrochada o colgando al hombro, pantalones del más antiguo estilo, botas clamando sustitutas, y las más de las veces sucias y malolientes. No conozco ningún guardaparque que pueda responder algo sobre la necesidad del buen aspecto, la presencia nítida o la respuesta a mano. Y son gente de las comunidades aledañas, de los de más edad, porque los jóvenes todavía esperan porque esa situación cambie y la presencia a ostentar sea otra y otro el sueldo también.

Y es en esa espera que muchos jóvenes de las comunidades aceptan participar en cursos, se entrenan, conciben y presentan ideas, admiran el porte, elegancia y elasticidad de los guardaparques que ven en los videos y fotos de las áreas protegidas de otros países, se mueven al impulso de querer ser como ellos, vestir como ellos, responder como ellos, ganar como ellos.

Pero si luego de tantas promesas; luego de conseguir de ellos el entendimiento de la importancia de las áreas protegidas; luego de soñarse uniformados de limpio; luego de pensarse devengando un salario decente; luego de casi sentirse enrolados en la vida productiva y en camino de superar las limitaciones, se les ignora cuando les llega la oportunidad, no es verdad que vamos a superar la situación de subdesarrollo y degradación que resulta la representación humana en nuestras áreas protegidas. Tómese en cuenta que esa representación humana es la cara de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente en cada parque nacional, reserva científica, monumento natural, área de recreo o cualquier otra área protegida de la República Dominicana.

Nuestras comunidades esperan que las áreas protegidas les sirvan para mejorar sustancialmente sus condiciones de vida. Esperan que los conocimientos que reciben relacionados con esas áreas les valgan para ser personas mejor formadas y mejor presentables. Esperan que el trabajo que realizan en los parques sea resaltado, porque se les ha enseñado que las áreas naturales y sus recursos son el fundamento del desarrollo. Esperan que haya inversión pública y privada en las comunidades adyacentes para que las oportunidades de empleo y trabajo se multipliquen. Esperan que los empleos que obtengan resulten fijos, con garantías, con beneficios colaterales, con seguro médico, con incentivos y reconocimientos de todos sus derechos.

Las comunidades del entorno de las áreas protegidas esperan el mejor trato posible, como personas, porque ellas son la nación protegida junto a sus áreas, y una nación protegida debe aparecer ante los ojos de los visitantes con el aspecto más saludable, la presencia más limpia y la mejor disposición de ayudar, para dar la mejor impresión de seguridad y protección a esos usuarios cuya satisfacción multiplicará el número de visitantes.

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