Lo que espero de Leonel Fernández y su gobierno

Lo que espero de Leonel Fernández y su gobierno

Cuando se ha vivido tanto como yo, que arribo al par de siete próximamente, lo más campante, no se puede ni ser mal agradecido ni insincero. Saber agradecer es algo positivo y, por lo tanto, este hecho podría llevar a los lectores a la idea de parcialización. Debo aclarar que no pertenezco a ningún partido político. Sólo me inscribí, porque era obligatorio, en el Partido Dominicano hace ya 61 años. Con ello no quiero señalar que he sido apolítico. He tenido y tengo simpatías, y también asumí posiciones de compromiso que me llevaron dos veces a la cárcel y recibí amenazas por defender principios a los cuales no puedo renunciar.

 Ahora bien, me han preguntado si pienso o creo que Leonel Fernández Reyna va por un tercer y cuarto período presidencial y lo que yo, con mis 77 años, le puedo decir a un joven y activo gobernante, que sin quizás, y es algo que no pueden discutirme, es quien más ha hecho por la cultura en este país.

 Quiero decirlo “en alta voz y con la cara al cielo”, como mi ilustre tocayo el poeta romántico mejicano Manuel Gutiérrez Nájera, que no creo que Leonel aspire a la continuidad. Así de claro. Él conoce la historia universal y debe admirar a Pericles y recordar que aquel maravilloso estadista, el más grande de la Grecia clásica, fue al ostracismo sencillamente porque unos hombres simples del pueblo votaron contra él, aduciendo “que estaban cansados de oír alabanzas a su nombre”.

 Ahora bien, mi posición, criticada por mis amigos más cercanos observando los aparatajes publicitarios y populares clamando por la reelección, va en el siguiente sentido: Leonel no puede decir, desde ahora, y antes de tomar posesión plena del gobierno el próximo lunes, que no va. No puede hacerlo. Él necesita, más que nunca, que se le preste atención a las medidas urgentes y terapéuticas que tendrá que tomar como líder absoluto de su partido y como un candidato potencial a seguir gobernando.

 Creo, mi afecto personal por él así lo siente, que ha llegado la hora de ir observando a otro Leonel. No ha sido vano el esfuerzo que ha hecho contactando, conociendo y tratando a los líderes mundiales. Eso no se puede tirar por la borda. Este Leonel, sencillo, afable, con una sonrisa perenne en los labios, es internacional. Es una personalidad internacional. Digan lo que digan sus enemigos.

 No sólo porque domina varios idiomas, porque ha gobernado su país y ha hecho obras que hoy se critican y mañana se alabarán, o por su acción a favor del vecino país en su hora de tribulación mayor, no. Hay algo más que no puede desperdiciarse en las rebatiñas del poder político local. Hay un talento y un político de muchos kilates, como hay muy pocos en el continente americano.

 Leonel tiene la oportunidad de hacer un gobierno a su medida. Si pierde esta oportunidad, él y su país la habrán perdido para siempre. Es hora de gobernar con lo mejor y lo más sano por dos años. Tendrán que caer muchos amigos y colaboradores que le han hecho mucho daño. Pero si quiere enderezar la nave y sortear los escollos y hacer que su nombre resplandezca plenamente en la historia nuestra y en la universal, todavía quedan en este país, a pesar de los pesares, personas capacitadas y honestas capaces de ayudarlo.

 El cristianismo enseña claramente que no es la vida la que salva, sino lo que hagamos antes de morir.

Yo tengo fe en que mi admirado amigo Leonel Fernández Reyna, nos dará una sorpresa mayor a partir del 16 de agosto y que hará como aquel papa, que según Amado Nervo, no cabía en la silla gestatoria, y se irguió cuando lo coronaron y proclamó Ego Sum Papa. Yo soy el papa. Dentro de unos días, Leonel tendrá la oportunidad de emularlo proclamando Ego Sum Presidente.

En verdad que le deseo a mi amigo toda la suerte del mundo y la iluminación mayor. Estamos a tiempo, tanto él como el país, de salvarnos.

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