Los gobiernos siempre deberían comportarse como en las familias organizadas. Dicho así, porque cualquier familia puede estar pasando por situaciones especiales o difíciles por causas diversas, sobre todo por cuestiones inesperadas. Pero si los padres se fajan, y además de hacer las cotidianidades, se entregan en cuerpo y alma a buscar soluciones y hacer los sacrificios que las circunstancias demanden y permitan para solucionar o solventar las dificultades, los hijos, aún queriéndolos por condición de padres, los admirarán. Muchísimo más, si dan muestras de abandono de cosas a las que tienen derecho como seres humanos.
En cualquier familia, lamentablemente se pueden presentar situaciones no programadas. Que cambian los planes de los padres e hijos. De muchas formas y maneras. Pero si estos se plantan y le hacen frente con voluntad y confiando en Dios, los resultados en mediano plazo le devolverán la tranquilidad al hogar. Lo mismo en los países y los gobiernos.
Porque si a pesar de la existencia de múltiples problemas arrastrados por años, se presentan situaciones como la pandemia, el conflicto bélico en Europa del Este, pero además llega una tormenta que azota partes importantes del país, aunque nadie lo quiera, se crean situaciones complejas, incluyendo carencias de bienes y servicios. Pero si en este caso los gobiernos actúan como los padres de familia, haciendo lo que se debe, adoptando medidas que su familia comprenda, y da muestra de entrega en la búsqueda de soluciones, unirá más a la familia y más orgullosos se sentirán los hijos de sus padres.
Le puede interesar: De vez en cuando hay que refrescar las memorias
Cuando los países perciben los esfuerzos de sus mandatarios para aminorar las consecuencias adversas de dichas circunstancias, sobre todo generadas con anterioridad o exógenas, y hay autenticidad; cuando con proceder perseverante y abierto se entregan a la búsqueda de soluciones, indudablemente merecerán el reconocimiento, incluso de muchos adversarios. Pero esa aceptación representa un reto, porque esa misma gente que reconoce sus esfuerzos, en ocasiones se torna veleidosa.
Uno de los éxitos de los presidentes es crear la imagen de personas esforzadas por solucionar problemas. Haciéndolo sin entrar en grandes contradicciones y sin crear conflictos innecesarios. Entender que cuenta con oposición, aunque no monolítica. Porque separadas o unificadas, siempre estarán al acecho.
Han sido muchas las situaciones negativas que han azotado nuestro país en estos últimos años. Y ninguna de ellas, especialmente las tres que mencioné más arriba son paja de coco ni un fly al cátcher. Pero se han enfrentando. Y eso ha creado confianza. A pesar de algunas insatisfacciones. Pero la satisfacción mayor para los dominicanos lo representaría que el Gobierno redoble su ritmo de trabajo y pueda lograr superar con creces lo hasta ahora alcanzado. Y para esa tarea me consta que hay dominicanos, aún críticos, dispuestos a aportar ideas de forma honorable.
Cuando ocurren situaciones calamitosas, la tendencia normal es que pocos o muchos se angustien. Pero cuando ven que sus mandatarios actúan, sobre todo de buena fe, retornan las esperanzas alentadoras. El país espera que el Gobierno actúe con la misma energía que muestra el Presidente en la búsqueda de esas soluciones.