Lo que hay que aprender de la crisis de Argentina

Lo que hay que aprender de la crisis de Argentina

A finales del año pasado fue puesto en circulación en Buenos Aires, Argentina, el libro «La Argentina de Kirchner y el Brasil de Lula», una reflexión conjunta de argentinos y brasileños orientada a la búsqueda de un nuevo paradigma que permita enfrentar de forma positiva los problemas que confrontan ambos países. Compilado por Chacho Alvarez, ex vicepresidente argentino, el libro recoge una serie de artículos, preparados por especialistas de alto nivel técnico, en los que se analizan aspectos esenciales sobre la realidad de ambos países sudamericanos.

El primer artículo, titulado «El caso argentino: lecciones macroeconómica», es de la autoría de Roberto Lavagna, actual Ministro de Economía de Argentina. En él, Lavagna extrae cuatro lecciones de la crisis de su país que pueden ayudarnos a sacar conclusiones sobre lo que está ocurriendo en la República Dominicana.

Al referirse a la primera lección de la experiencia argentina, Roberto Lavagna plantea que existe la necesidad sistémica de establecer nuevos criterios y una vigilancia mucho mayor sobre la sustentabilidad de los programas económicos en los períodos de alta liquidez. En ese sentido señala que hay que poner la sustentabilidad del programa en el centro de toda evaluación, lo cual implica: (i) Dar menor importancia a flujos financieros externos, (ii) Dar mayor importancia al financiamiento local, (iii) Dar mayor importancia a la inversión extranjera directa, (iv) Rechazar endeudamiento constante, y, sobre todo, (v) Dar un papel absolutamente central al equilibrio fiscal permanente y al efecto que sobre el mismo tiene el endeudamiento permanente.

La segunda lección que Lavagna extrae de la crisis argentina tiene que ver con las cuestiones institucionales. La idea central es que cualquier arreglo institucional por mas sofisticado que sea es insuficiente para preservar los contratos o el derecho de propiedad si no se combina con un programa macroeconómico sustentable. Por supuesto, lo inverso es igualmente valido. En ese sentido el Ministro de Economía de Argentina sostiene que no hay sustentabilidad macroeconómica sin un sistema institucional y normativo sólido y creíble. Pero de igual manera, el velo institucional no resiste la realidad de los desajustes económicos.

Por otro lado, Lavagna menciona como tercera lección una serie de errores de apreciación que con frecuencia cometen los hacedores de políticas públicas, entre los que voy a mencionar los siguientes:

1. Resulta altamente inconveniente en realidad un error capital llevar adelante políticas cambiarias y monetarias muy diferentes de las de sus mayores socios comerciales o de las políticas predominantes en los mercados centrales.

2. El uso de indicadores de perfomance como ejemplo deuda/PIB, debe hacerse con extremo cuidado dada la facilidad con que cuestiones de tipo de cambio pueden deformar las relaciones entre ambas variables y transformarlos en el momento de crisis en absolutamente irrelevantes. Lavagna refiere que durante varios años se argumentó que Argentina cumplía los criterios de Maastrich con mayor holgura que muchos países europeos. «Se decía que la relación deuda/PIB era inferior a la de Bélgica o Italia, por ejemplo. Pero la verdad era mucho mas compleja y en definitiva diferente. Una prueba de ello es que si los mercados hubieran creído lo que se decía sobre el cumplimiento de los criterios de Maastrich, el diferencial de tasas de interés pagados por Argentina siempre creciente no hubiera existido».

3. El financiamiento con depósitos en dólares de actividades ligadas estrictamente al mercado interno y por tanto a empresas que generan ingresos en pesos hace que la fragilidad de las estructuras de financiamiento de estas empresas se traslade, con efectos sociales mucho mas graves, al sistema financiero como un todo. Pero Lavagna sostiene que en países con larga tradición de ahorros en dólares es importante mantener la capacidad del sistema financiero de captar recursos denominados en dicha moneda siempre y cuando los créditos se asignen a sectores generadores de divisas.

4. La concentración de crédito al sector público debe ser tomada como un indicador de fragilidad potencial del sistema. En el caso argentino, Lavagna sostiene que el Estado desarrolló una política de endeudamiento público que restó y encareció los recursos disponibles para financiar al sector privado, haciendo además al sistema financiero crecientemente prisioneros de los créditos al sector público. Según el Ministro, en una primera etapa esos créditos fueron «voluntarios», lo cual pone de manifiesto también la responsabilidad que le cupo a los colocadores de crédito y luego se fueron convirtiendo en crecientemente «menos voluntarios» y crecientemente caros en términos de tasa de interés.

Según Lavagna, una lección final que surge de la reciente negociación de Argentina con el FMI pasa por destacar la extrema importancia de afirmar como componentes centrales de políticas exitosas dos cuestiones: la propiedad real, no formal, de las políticas económicas y el timing en la aplicación de esas políticas. El Ministro de economía de Argentina señala que el «cómo» enfrentar situaciones criticas no puede depender de programas prefabricados, salvo a nivel de las grandes orientaciones o lineamientos propios de la necesaria coherencia y seriedad macroeconómica. Dice también que a su vez, el «cuando» o la «secuencia» de medidas es absolutamente fundamental.

Visto todo lo anterior, lo correcto es aprender de las lecciones de la crisis argentina y sacar conclusiones positivas para enfrentar nuestros problemas.

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