Lo que no aprendieron los políticos, ni aprenden

Lo que no aprendieron  los políticos, ni aprenden

La opinión pública se ha preguntado siempre por las inusuales condiciones de deterioro del parque público de las obras gubernamentales. Y es que ningún sector burocrático se hace responsable de lo que encuentran cuando llegan a desempeñar un cargo. Prefieren hacerlo todo de nuevo ya que hay más gratificaciones.

El deterioro de las obras públicas se aceleró al llegar la democracia al país en 1961. Y era que durante la dictadura de Trujillo existía un celoso programa de mantenimiento de las obras públicas. Muchas veces el mismo dictador se ocupaba personalmente de inspeccionar las condiciones de edificaciones, canales y carreteras. Y ¡ay! de aquel funcionario que se hubiese descuidado en no atender las propiedades oficiales asignadas a sus funciones.

Ya en la era de la democracia nadie se acordaba del mantenimiento. Los políticos que llegaban a los cargos estaban más interesados en averiguar dónde había más recursos para sustraerlos. Preferían las nuevas obras con jugosas comisiones puesto que en un simple mantenimiento no existía la recompensa a sus esfuerzos por llevar al líder a la presidencia.

Mucha ayuda norteamericana fluyó a los gobiernos a partir de 1966 para dedicarlo al mantenimiento. La USAID enviaba ingenieros, médicos expertos ya retirados para adiestrar al personal dominicano para esos menesteres. Fueron loables esos intentos y hasta algo se hizo, pero los políticos no estaban interesados en esas minucias de la burocracia. Se buscaban grandes obras con jugosas comisiones, de mayor impacto político. Las sobrevaloraciones en aquel entonces eran mínimas que nunca superaban el 25% del monto original.
Sin embargo por el poco interés de los políticos gobernantes para atender el mantenimiento de las obras, ya para 1980 existía una crisis en las obras públicas. Los casos más notables eran los de plantas de tratamiento de aguas negras, que con menos de cinco años de construidas habían dejado de funcionar.
Y el caso más notable era el deterioro de la carretera Duarte con casi todo su pavimento de concreto agrietado y hundido. Tan solo se le hacían pequeñas reparaciones y se contrató para romper todas las losas de concreto y aplicarle una capa de asfalto 30 centímetros de espesor. El descuido en el mantenimiento se extendía a los hospitales, escuelas, canales, plantas eléctricas. En fin a toda obra que cayera en manos de los políticos empeñados en enriquecerse.
Todo eso iba en perjuicio de los burócratas recaudadores de impuestos, reconocidos por su seriedad y empeñados siempre en aumentar los ingresos fiscales. Esos empeños recaudadores se tropezaban con la gula despilfarradora de los funcionarios políticos focalizados en desfalcar los recursos públicos. Los ingresos fiscales anualmente reflejaban aumentos apreciables, pero todo se diluía con un deterioro progresivo de todo lo que fuera propiedad del Estado.

Y ahora mismo los monumentos al descuido burocrático habla a las claras de una mentalidad política muy singular. Estas fueron formadas en los círculos de estudios establecidos por el fundador del PLD para capacitar a sus dirigentes. Pero nunca se les enseñó cómo cuidar lo que en un futuro podrían tener a su cargo a la hora que les tocara gobernar. Por tanto el mantenimiento no figuraba como algo esencial para la formación de los cerebros peledeístas encarrilados en una sola dirección. Ellos apabullan con sus conocimientos teóricos y su verbo, a quienes se le atraviesan en el camino de la confrontación política.
Y ahora mismo existen ejemplos emblemáticos del descuido gubernamental en la atención de las obras en donde el celo político tiene mucho que ver por tratarse de obras realizadas por otros gobiernos. Así se destaca el deterioro a ojos vista de lo que fue el Museo de Historia y Geografía. Sus exposiciones están cerradas por destrucción del material que se exhibía. El Faro a Colón languidece. Hace años que su luces no iluminan con su cruz el cielo capitaleño. Ahora su entorno se ha convertido en depósito impune de personas asesinadas por la falta de vigilancia. El Monumento a Fray de Montesinos parece que va a ser rescatado y devolverle su esplendor. Era una vergüenza de cómo una donación del gobierno amigo de México en 1983 estuviera tan descuidada para llegar a ser el refugio de los pederastas y delincuentes.
Y para colmo el emblemático Metro, tan calumniado cuando se inició su construcción, y se ha convertido en el medio de transporte primordial de la ciudadanía de a pie. Este se encuentra descuidado por el gobierno, ya que a ojos vista varias de sus escaleras eléctricas no funcionan, los elevadores por igual y la limpieza ya no es la misma de los tiempos de su inauguración. El Metro ha dejado de ser una prioridad de la presente administración.

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