Lo que nos recomendó el premio Nobel de Economía

Lo que nos recomendó el premio Nobel de Economía

Tan solo en una ocasión un premio Nobel de Economía ha venido al país, estudió nuestra situación y nos ofreció recomendaciones por escrito, específicamente en lo relativo al gasto público. Dijo lo siguiente:
“La ausencia de un servicio civil en el Poder Ejecutivo del gobierno dominicano indudablemente tiende a hacer posible la colocación en la nómina del gobierno de un mayor número de empleados del que es estrictamente necesario para hacer el trabajo requerido. Un servicio civil garantiza la estabilidad del empleo y la promoción, de darse el adecuado comportamiento, al empleado público capaz quien, con esas seguridades, frecuentemente prefiere trabajar para el gobierno que en una posición en un negocio con mayor salario.
“Sin esa garantía los empleados capacitados naturalmente abandonarían el servicio gubernamental para aceptar posiciones mejor remuneradas y frecuentemente se quedan los empleados de menor calidad. Consecuentemente, un trabajo que un funcionario capacitado bien podría manejar él solo, bajo las condiciones antes descritas tiende a requerir el servicio de dos o tres hombres inferiores. Más aún, las regulaciones del servicio civil operan como una garantía contra la inclusión en la nómina de empleados públicos de nombramientos políticos, los cuales no rinden un servicio adecuado, a cambio de los salarios que ganan, y cuyo trabajo frecuentemente tienen que hacer otros”.
Dio en la diana, pues el exceso de empleados públicos con sus “botellas” y nombramientos políticos (¿quién entre los danilistas no recibe un sueldo en el gobierno?) promueve la corrupción, el alto gasto corriente y el déficit fiscal, con el consecuente endeudamiento.
¿Cuándo nos recordaron eso? Hace 89 años. ¿Quién fue? Charles Dawes, el entonces vicepresidente de Estados Unidos, quien vino al país a principios de 1929 tan pronto dejó ese cargo. Había devenido famoso como economista por su contribución a resolver los problemas de una Alemania afectada por las sanciones que le habían impuesto bajo el Tratado de Versalles con motivo de su derrota durante la Primera Guerra Mundial y que había provocado una híper inflación muy parecida a la que hoy perjudica tanto a los venezolanos. El reporte de Dawes y su equipo será publicado próximamente, por primera vez en español, por la Academia Dominicana de la Historia. Dawes fue traído por Sumner Welles, a instancias del gobierno de Horacio Vásquez, afectado por lo que entonces se denominaba “la vil polilla palaciega”. Pero Horacio Vásquez estaba en otra cosa como para pensar en una ley de servicio civil, pues buscaba la reelección. Había sido elegido en 1924 por cuatro años, reinterpretó la Constitución en 1928 para quedarse dos años más hasta 1930 y ya en 1929 se las inventó para ser candidato por cuatro años más, por un total de diez. Trujillo encontró la perfecta excusa para derrotar al caudillo reeleccionista a principios de 1930.
Y es que la ausencia de una efectiva ley de servicio civil y sus consecuencias antes descritas, junto con el afán para no abandonar el poder, son culpables de la corrupción y la ausencia de justicia en nuestra sociedad.
Ese afán viene desde que nos independizamos. Pedro Santana se quedó en el poder durante cinco períodos para un total de doce años; Buenaventura Báez disfrutó de cinco períodos y quince años, José María Cabral dos períodos y tres años, Ulises Heureaux (“Lilís”) de cinco períodos y catorce años; Horacio Vásquez de tres períodos y siete años; Trujillo de treinta y un años; Balaguer de seis períodos y veinte años; Leonel Fernández de tres períodos para doce años y Danilo Medina lleva dos períodos y ocho años. En total los gobiernos “recurrentes” han durado 122 años, monto equivalente a un 75% de todos los años en que este país ha sido independiente desde 1844 a la fecha, excluyendo los cuatro años de la anexión a España y los ocho de la ocupación americana.
Conocedor de esos antecedentes es que en varias ocasiones nos hemos pronunciado en contra de la reelección de Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía. Nuestra economía crece, es cierto, pero a pesar de la política y del sistema político. Analizando nuestra adicción por la reelección no hay que ser un premio Nobel para diagnosticar nuestros problemas.

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