Muchas veces, quienes transitan por las principales calles de Santo Domingo no se dan cuenta de los detalles curiosos que abundan a su alrededor. En otras ocasiones, éstos pasan inadvertidos porque están ubicados en lugares poco frecuentados, pero también puede suceder que no puedan observarse a simple vista, porque estén algo ocultos.

Si llegamos a las ruinas de San Francisco, en la calle Hostos, a su izquierda se puede observar una escalinata alta, construida de rocas, que lleva a la entrada del primer manicomio que hubo en la Ciudad Colonial.

Éste tiene un curioso portón con un marco de piedras talladas, en cuya pared de arriba, del mismo material y en altorrelieve, hay un cordón que hace una curva y se enrosca en los dos lados, y en el medio se une a otro redondo, el cual cierra un emblema señorial. Cordón atribuido a la Orden de los Padres Franciscanos.

Además, en el mismo lugar hay una concavidad donde está instalada una cruz fabricada de concreto, en cuya cima está el busto del Padre Billini, montado en una base.

Otra curiosidad que pasa desapercibida está en la calle Arzobispo Nouel, esquina Espaillat, donde existe una casa, única en el país, que en el vértice del ángulo del techo tiene una escultura que representa el emblema farmacéutico, que es uno de los morteros de loza que en las farmacias de antaño se usaban para preparar los medicamentos, el cual tiene enroscada una serpiente que es símbolo de la medicina.

Al llegar a la calle Hostos, en la número 156, hay instalado un bar, en el que se puede apreciar en la pared derecha de su fachada un mural muy original. Éste tiene pintados dos jardineras en los lados y en una hay una mata cuajada de flores rojas delante del portón de un patio con rejas de hierro y al fondo varios árboles.

Igualmente, en la misma vía, esquina Arzobispo Nouel, hay un edificio de dos niveles que en su pared tiene otro mural llamativo. Representa a dos niños jugando y una niña volando una chichigua en un ambiente natural, donde hay una arboleda con una mata de frambroyán florecida y un río, pero curiosamente las ramas de los árboles y el río de la misma pintura se prolongan en los vidrios que hay en la vitrina de la puerta de entrada a la vivienda. Además, tiene un letrero vertical que dice: “No al abuso infantil”. En realidad, con el arte del pincel éste representa la manifestación para la protección de la infancia.

Asimismo, en la parte alta de la calle José Reyes número 464, hay un precioso mural sobre la pared de la antigua residencia del Padre Andrickson, remodelada hace muchos años, donde ahora se encuentra la Pastoral Juvenil.

También hay otro curioso mural en el edificio de dos niveles que está situado en la calle Palo Hincado, esquina El Conde, que aunque está un poco descolorido, llama la atención.

Por igual, en la calle Santomé (altos), donde estuvo la otrora parroquia de San Lázaro, hoy congregación de hermanas católicas, existe un doble campanario, construido de ladrillos, clasificado como el más pequeño de la ciudad. El de arriba tiene tres paredes en forma triangular con una pequeña campana mientras que el de abajo posee dos medianas. Ninguna repica desde hace decenios.

[b]EN LA PADRE BILLINI[/b]

En la calle Padre Billini, frente al inicio de la Duarte, está instalada la Casa de la Juventud, donde antes estaba la capilla de la Tercera Orden del Convento de los Dominicos, fundada el 16 de febrero de 1880. También funcionó la primera Escuela Normal con Eugenio María de Hostos y la Biblioteca Pública, pero lo curioso es que tiene un campanario con una pequeña campana que ya no suena. Mientras estuvo instalada en la Primera Universidad de América, servía para llamar a los estudiantes a clase.

Ahora, detrás de allí se encuentra una plazoleta casi escondida al transeúnte, donde hubo la disposición de elementos ornamentales, pues tiene dos bustos, uno de Salomé Ureña y otro de Eugenio María de Hostos, así como cuatro bancos, zafacones, faroles y verjas de hierro. También, jardineras y en el medio dos matas con una palma gigante que mide 14 metros de altura.