Al verla se enamoró de ella. Con todos los programas y accesorios que necesitaba para hacer las profundas investigaciones  que formaban  parte  de sus estudios, decidió que esa potente computadora era lo que pediría por Navidad.

Como ya era grande, y jugar a papá Noel no se usaba, fue a hablar con sus padres, quienes no le dieron muchas garantías de que pudieran comprarla. El aparato, dijeron, era bastante caro. ¿No podía conformarse con algo  barato?

 Indignado, él  sólo pudo pensar en la jeepeta que se había comprado su papá, (“para comodidad de la familia”) y en el viaje a Estados Unidos que hicieron  en verano (“hay que practicar el inglés”).

¿Es lógico que haya dinero para todo  pero no para lo que él necesitaba? les preguntó en un e-mail con la idea de ver si tenía más suerte que cuando era niño y, a pesar de que creía firmemente en Santa,  le dejaban algo  más barato de lo que  pidió. Fueron muchas las decepciones que albergó porque sus padres no podían hacer más. Pero ahora no es por dinero.

Como esos padres que se resisten a darle a sus hijos lo que necesitan pero gastan el dinero en lo que quieren, se comporta el presidente Leonel Fernández al aumentar  RD$5 mil 600 millones  al presupuesto que tenía contemplado para Educación, en lugar del 4% del PIB que está contemplado en la ley, con lo que la cartera recibirá RD$10 millones más que en el 2010 (eso sí, cuando aparezca  la vieja Belén en junio).

Leonel olvida que la sociedad es ese muchacho que espera la computadora que necesita (el 4%). De no dejarla bajo el árbol, ¡habrá que usar mucho amarillo!