Lo que  resultaría un aporte revolucionario

Lo que  resultaría un aporte revolucionario

Ya  las revoluciones no se miden por la cantidad de empresas  que un gobierno ponga  al servicio del estado. Ni por  declarar de utilidad pública  terrenos privados para la producción colectiva. Tampoco por estatizar una serie de servicios que se desarrollan a través de la empresa privada. Mucho menos por la nacionalización de la banca y otras actividades.

Hoy, una revolución sería alcanzar niveles de eficiencia y racionalidad,  tan solo evitando que se mal utilicen los recursos públicos para servir intereses ajenos o en beneficio de los funcionarios.

Aplicando medidas que tiendan a abaratar el estado, comenzando por  las obras que se realizan, incluyendo la eliminación de privilegios irritantes. Invertir los recursos de forma equitativa y justa en beneficio de los más necesitados. Lograr un gobierno evidentemente honesto y serio, no solo por parte del presidente o de algún funcionario, sino del conjunto.

Un gobierno que exija a las instituciones públicas como a  sus funcionarios apego estricto a una serie de normas éticas, transparentes e inflexibles; que despejen dudas en cuanto al uso de los recursos; que obligue a los funcionarios a limitarse a ejecutar las partidas aprobadas y al cumplimiento de los requisitos establecidos; fortaleciendo los mecanismos de control y llevando a cabo una gestión sin exceso ni escándalos de corrupción,  no solo sería un gran logro, sino incluso  el inicio de una transformación social.

En tal sentido, podría resultar un verdadero aporte  renovador y esperanzador, que a partir de sus nuevas autoridades el PRD le dedique más tiempo a proyectar lo que podrían ser sus intenciones con relación al gobierno del  que indudablemente tienen posibilidades en las elecciones del 2012, pero necesitan enviar señales claras y precisas respecto a los cambios que proyectan realizar, encabezar  la oposición ante los desastres económicos y morales que confronta la nación, y abandonar algunas prácticas nocivas de conflictos internos.

Y me refiero al   PRD, porque quien está en el gobierno es el PLD. El mismo al que se le atribuye acciones indelicadas y que a pesar de contar con  dirigentes que suponemos  no están de acuerdo con ellas,  en realidad no hacen prácticamente nada que pueda llamar la atención de que se oponen a esas  aberraciones en contra de los que fueron sus lineamientos originales

El partidismo en nuestro país, contrario a lo que algunos dicen, se mantiene fuerte. La gente todavía confía en que ellos y espera reacciones positivas que puedan cambiar no solo la imagen deteriorada de la administración pública, sino especialmente la situación de pobreza en que se encuentra inmersa la mayoría.

Muy pocos en realidad quieren la desaparición de los partidos y mucho menos la democracia, pero se necesitan  aires nuevos y esperanzadores. Planteamientos que  provoquen  entusiasmo popular y reivindiquen los principios. Como los que durante mucho tiempo se ha enarbolado el PRD, pero que aún están pendientes. Lo mismo que el PLD que lamentablemente, como es el caso de la actual gestión  los han olvidado y pisoteado. 

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