Lo que sana el corazón

Lo que sana el corazón

Cerca del 80 por ciento de los pacientes que acuden a un centro hospitalario sufren de un problema del corazón, y lo peor del caso, es que no se dan cuenta.

Así, al menos, lo reconoció  la Fundación de Cardiología, el pasado 18 de agosto, en las páginas de este diario. Los científicos atribuyen al consumo de sal, la vida sedentaria, el consumo de alcohol y el tabaco, como  las principales causas de las enfermedades cardiacas.

Sin restarle a esos argumentos, para Dios, conforme a la  Biblia,   la raíz de amargura  produce serios problemas en el corazón. Quita la paz, estorba y contamina a otros.

 Hebreos 12:15 nos habla, por medio del apóstol Pablo, que no nos dejemos atrapar por una raíz de amargura. Ella nos impide alcanzar la bendición que Dios nos ofrece en la tierra, nos quita el gozo, nos llena  de enojo, de odio, y con eso nos impide entrar al reino de los cielos. Sin paz y sin santidad, nadie verá al Señor, dice la Biblia.

La raíz de amargura tiene entre sus causas el resentimiento, el desacuerdo con alguien por alguna situación, que en algunos casos puede parecer injusta. Es como una espinita que se tiene contra alguien. Va asociada al orgullo,  la persona que la tiene no la reconoce ni se da cuenta. Cree que el otro es el culpable. Se considera justo, el injusto es el otro. Pero es probable que su corazón se vaya cargando de dolor, de ira, de queja contra y murmuración contra el otro,   de deseos de venganza, de rencor, de maquinación en su corazón, de falta de perdón, hasta desencadenar en odio y hasta en violencia.

 La amargura es común entre familiares y conocidos, en cualquier círculo social, no importa la clase. Y puede generar alta presión arterial, desórdenes estomacales, problemas intestinales, insomnios.  También genera  síntomas emocionales como  ansiedad, depresión, temor, inseguridad y  preocupación;  y causa  síntomas espirituales como pérdida de la visión de la vida, pérdida de su propósito  y pérdida de la fe.

 La Biblia está llena de casos de personajes que han vivido en amargura: Caín quizá fue uno de los primeros; Esaú, el hermano de Jacob, fue otro; los hermanos de José también vivieron en amargura. Pero  luego, José  perdonó a sus hermanos y hasta les dio de comer. Y Jacob se humilló y perdonó a Esaú. Esos ejemplos demuestran, pues, que el  perdón y la humillación,  fruto de una íntima relación con Dios,  quitan la amargura  y sanan  el corazón.

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