Lo que se persigue

Lo que se persigue

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Ahora sí vamos a ver quién es quién. Ahora sí vamos a ver si el gas pela. ¿Que la cosa está color de hormigas? No hay dudas. Lo que hay que tratar de saber es ¿para quién están las peras a cuartas?
Todo parece indicar que llegó la hora de o to toro o to vaca. Ahora podremos ver cuántos y cuáles de ellos tienen los calzones bien puestos y los usan para algo más que portar bolsillos tan hondos, tan grandes, que la más formidable corrupción de la historia no ha podido llenar.
En política se actúa como cuando se va a enamorar una hembra. Es inteligente, y es lo que hace todo hombre decente, ocultar con palabras llenas de miel, la intención de imitar al irreverente e indisciplinado Adán, quien descubrió que la manzana de Eva era la más dulce de todas las frutas del jardín del Edén.
Aquella canción lo decía todo: comenzó por un dedito su mano agarróse trepo por un bracito, y al labio llego, Y de un beso al estallido de amor adormecido, cambio de pronto el juego en el más dulce amor.
Como no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir, la visión cambió cuando se pudo firmar cheques por sumas no imaginadas, emitir órdenes de compras, decidir otorgar contratos oficiales por millones y millones de pesos, lo cual cegó las posibles, supuestas y pregonadas intenciones de hacer realidad, el plan de Juan Pablo Duarte.
De entonces acá, el cieno, la podredumbre, el olor a caverna ocultada por el bosque, la arena pútrida y mojada de la ciénaga mal oliente, se convirtieron en el pan y ellos de cada día.
Ello permitiría el ejercicio permanente y constante de la actividad política financiada por el tigueraje, de la coima, de los presupuestos inflados, de las compras sobrevaluadas, de las “facilidades” con el pago de aranceles de aduanas, con la permisividad y el voltear la visión hacia otro lado, se convirtieron en una práctica constante.
Se acostumbraron rápidamente, porque como dice un amigo muy querido: ¡nunca mucho dinero es mucho”.
Había que buscar formas, modos, de convertirse en independientes, en comerciantes, en construir una empresa que les permitiera negociar legalmente, y si con el apoyo del gobierno, mucho mejor.
Aquellos pensamientos, aquellas intenciones forman parte del final de La Vida es Sueño, se han olvidado, apenas son sueños desvaídos en el recuerdo de años de estrecheces. De escasez un día sí y el otro también.
Lo que se discute no es si la Constitución, impuesta por su mayoría espuria, permite o no la repostulación, el objeto de la rebatiña es quién mete las manos en el botín del erario. ¿Nos van a engañar? ¡Qué va!

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