Lo que traigo de Nueva York…

Lo que traigo de Nueva York…

 AMPARO CHANTADA
Llena de prejuicios, pensando encontrar la imagen que tengo de los subways de los 70′ llegué a NYC una tarde de verano. Sorpresa, es una ciudad extraordinariamente viva, creativa y acogedora. Visitaba una joven dominicana, que decidió hacer su residencia médica en medicina interna, en los EE.UU.

Esta sacrificó parte de su juventud, pasando exámenes tan selectivos que los escogidos se sienten afortunados, sin saber lo que les espera allá: un hospital comunitario, hospital necesario en ese barrio de New York, donde acude una población pobre, latina pero supongo que su espectro asistencial es como la ciudad de NYC: eminentemente abigarrado, multicultural.

La joven dominicana que me esperaba, bata blanca, se llama Ninón. Es mi hija y llegó a NYC sola, se mudó en Brooklyn. Ahí la recibió Lily, una joven comediante americana, llena de ilusiones, buscando también su camino en NYC. Lily permitió romper todos los esquemas, cálida y espontánea, de Minnesota; también ella sufre de soledad y llora por su lar natal: ayudó a Ninón a la inserción tan difícil y de ahí surgió una amistad inconmensurable entre una norteamericana y una hispana. Hoy Lily recorre América del Sur, quiere comprender.

Visitando el hospital, surgió en el vestidor de los médicos: Milka, mulata, sonriente, que me abraza con efusión y amor, porque sabe que soy de la UASD. Milka ama la UASD, de donde salió graduada de médico y siente un orgullo inmenso a gritar que vive en la zona colonial, que ama el pueblo dominicano, que acaba de ingresar a R. 1 y que pronto volverá al país para ayudar a su pueblo. Momentos mágicos, únicos de un encuentro inesperado, en el lugar menos adecuado, donde se toman los relevos, donde descansan los médicos y llegan exhaustos, de donde se van a cualquier hora para su casa.

Pero no fue solo Milka. Ahí, también me present a Gerardo: un esbelto mulato, a la sonrisa espléndida, jocoso, él vive en los Jardines del Norte, donde dejo a su mamá y su esposa. Gerardo entrará el año que viene a R.1, pero encontró oficio en el hospital y se desenvuelve en la revisión de los expedientes. Está feliz, no perdió su tiempo, el año que viene piensa que no estará en NYC. No le gusta la bulla, busca más intimidad, espera su esposa para irse  al Sur profundo de los EE.UU. Él también sale de la Escuela de Medicina de la UASD y en los ojos de estos dos muchachos jóvenes, luchadores, inteligentes, se vive el amor a su Universidad, al país, a su gente, se habla de compromiso, de volver y de devolver lo que el pueblo invirtió en ellos. ¡ellos saben que el país cuenta con los muchachos de la UASD!

Sé que parece un retrato kisch, que se burlarán, ¡de qué placer o de que virtudes les estoy hablando! Pues, ese fin de semana con Ninón, Milka y Gerardo se convirtieron en la mejor medicina anti pesimismo que uno puede recibir: jóvenes desterrados, asumiendo horarios dignos de una nueva esclavitud, mañana, tarde y noche, que llueva, truene o nieve, deprimidos o no, añorando su país, sus familiares o sus novias, son la expresión de la juventud dominicana que realiza un sueño, con grandes sacrificios, mucha soledad y mucha nostalgia del país, con responsabilidad, seriedad, honestidad, sacrificio y amor, responden a la esperanza que muchos en Estados Unidos y aquí han puesto en ellos.

Qué bellos son Ninón, Milka y Gerardo; qué felicidad haber vivido con ustedes momentos tan calurosos, hablando de su gente, de la UASD, de las guaguas, de política, de la lucha necesaria, del cambio imprescindible, de la UASD y de los muertos heroicos de la UASD, de los hospitales del país, de la esperanza que tienen que un día todo será mejor y que pronto regresarán al país, para seguir los pasos de otros médicos, famosos, buenos que entendieron que la felicidad no es tal, si no es compartida con muchos y muchas.

Esas tres figuras un día vendrán al país, para escribir sus mejores hojas de servicio.

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