Los lectores y los que me conocen saben de la relación especial que tengo con Brasil. Para mi familia es una segunda casa.
Desde el año 2000 hasta la fecha, los viajes han sido constantes. Y durante tres años, me acogió como otro brasileño más, cuando tuve la oportunidad de finalizar mis estudios de bachillerato en la ciudad de São Paulo, principal pulmón económico de América Latina.
La política brasileña tiene un gran parecido a la dominicana, en la forma, pero con esteroides.
En el fondo, difiere bastante porque no existe una polarización partidaria, sino una de figuras, como ocurre con las elecciones presidenciales, donde se disputan la primera magistratura el actual presidente, Jair Bolsonaro, y el expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva.
Para entender lo que ocurrirá el próximo 2 de octubre, cuando se celebre la primera vuelta de dicho proceso electoral, es importante tomar en cuenta los siguientes factores:
- Orígenes: Luego del dominio del Partido de los Trabajadores, con gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, el país pasó de la hegemonía de la izquierda a una crisis institucional que finalizó en un gobierno populista, de corte conservador en lo social, y una mezcla de neoliberalismo con asistencialismo en lo económico.
Por lo tanto, aunque los medios así lo quieran vender, el gobierno de Bolsonaro no se puede llamar completamente de derecha.
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- Congreso: Con la victoria de Bolsonaro, los partidos tradicionales se debilitaron, y sus bloques congresuales redujeron su representatividad, porque la ola de cambio de las elecciones del 2018 llevó al Congreso Nacional personalidades, artistas y otras figuras que no formaban parte de la política tradicional. Hoy día la Cámara de Diputados tiene 25 bancadas y el Senado 13.
- Decepción: Las últimas encuestas indican que la mayoría de la población está desencantada con las actuales autoridades, por entender que no han podido solventar las consecuencias de la época post pandemia y la guerra de Ucrania, especialmente la inflación que deviene en el alto costo de la vida.
A los jóvenes del Congreso le han denominado la “bancada selfie”, porque se dice que su legado son selfies y videos en las redes sociales, sin nada concreto que aportar para la sociedad.
- Escenarios: La última encuesta de Datafolha (la Gallup de Brasil, para entender su posicionamiento e impacto), realizada a mediados de agosto, señala que Lula tiene un 47% (ese ha sido su promedio en el último año), mientras que Bolsonaro tiene un 32% (ha aumentado cinco puntos desde la última medición).
En tercer lugar, figura Ciro Gomes, con un 7% (fue ministro en los gobiernos de Lula).
La mayoría del electorado de Ciro se inclina hacia la izquierda, por lo que, Lula estaría buscando conquistar parte del mismo para lograr una victoria en primera vuelta (al igual que en nuestro país se requiere el 50% + 1 de los votos para ganar). Interesante ver que los tres candidatos punteros pasan los 60 años.
En un escenario de segunda vuelta, Datafolha proyecta que Lula ganaría con un 54%, y Bolsonaro registraría un 37%.
- El regreso de los que “resuelven”: Medios de comunicación brasileños como Veja, ISTOE, Folha de São Paulo, Globo, entre otros, proyectan el regreso a posiciones congresuales y a gobiernos estaduales, de figuras de la “vieja política”, como Eduardo Cunha, artífice del impeachment a Dilma Rousseff. De igual manera, señalan otros personajes.
Esto debido a que las figuras que se vendieron como cambio en el 2018, no llenaron las expectativas, por lo que la sociedad prefiere lo “viejo pero conocido”, y los que “resuelven”. De ganar Lula, quedaría encasillado en ese grupo.
- Ajedrez partidario: En octubre del 2021 se unieron los partidos Demócratas (DEM) y el Partido Social Liberal (PSL), formando así Unión Brasil, la organización política más grande.
Manejarán la mayor partida del presupuesto electoral, unos 782 millones de reales (153 millones de dólares aproximadamente).
Sin embargo, Unión Brasil tiene un candidato presidencial que ni siquiera marca en las encuestas…Su apuesta, al igual que la del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), es conquistar la mayor cantidad de gobernadores y legisladores estaduales, así como de senadores y diputados federales.
De esa manera, garantizan su cuota con el próximo gobierno. Una estrategia similar adoptarán los partidos que tradicionalmente son aliados del poder, sin importar quien lo ostente.
Los que procurarán prepararse para la contienda electoral del 2026, se fortalecerán para hacer oposición al gobierno de turno. Este será el caso del tradicional PSDB (Partido Social Demócrata Brasileño).
Estos puntos expuestos no son conclusiones absolutas, pero todo parece indicar que estas tendencias no variarán.
Desde ya hay tensión en Brasil por un posible desconocimiento de los resultados electorales.
Las Fuerzas Armadas están alertas. La sociedad está ansiosa. Y como siempre repito cuando refiero o escribo sobre Brasil, veámonos en ese espejo, para no pasar por lo que ese país ha vivido en los últimos 12 años.