¡Lo que va, viene!

¡Lo que va, viene!

¡Evitemos una imagen de marca-país prejuiciada en el visitante!

En nuestra entrega anterior, Píndaro estuvo casi todo el tiempo escuchando a Herminio con su perorata inicial acerca de los aprestos a invertir millones en campañas externas para dar vida a una fuerte ‘Marca País’… Tanto escuchó a Herminio que le pareció resonaban en sus oídos sus conceptos cuando, estando en el interior del país este pasado fin de semana, un cercano amigo le solicitó profundizar un poco más en los aspectos que conforman el espectro de lo que es en sí una marca país.

Lo primero que escuchó fue: “¿Cómo se puede pensar en traer inversionistas y turistas cuando la seguridad ciudadana está en la cuerda floja desde hace años?”…

Herminio –reflexiona Píndaro-.. ahora me toca a mí cacarear mis ideas… ¡Tú me vas a escuchar!.. ¿Sí?’…. Herminio no hace más que bajar su cabeza, y en respeto de su alter ego exclama: “Dale, que ni pa’llá voy a mirar!”.

“A mí siempre me ha preocupado la seguridad ciudadana, y cada día se ha venido fuñendo más eso entre nosotros… Y, cuando un visitante llega al país, a veces hay que acompañarle hasta con seguridad que no se dé cuenta que le acompaña, pues puede estar sujeto a cualquier triquiñuela de un antisocial suelto por ahí… La seguridad ciudadana es la acción del Estado para protegernos y asegurarnos nuestra calidad de vida… Pero, no puede hacerlo solo… Debe empeñarse en que cuente con la colaboración de nosotros de otras instituciones que son, precisamente, del interés de todos.

Es la única forma de asegurar nuestra convivencia y desarrollo pacífico… La tan soñada erradicación de la violencia, la utilización pacífica y ordenada de las vías y espacios públicos y, en general, evitar la comisión de delitos y faltas contra nosotros y nuestros bienes, preservando nuestra libertad…”.

“¿Y ahí no está envuelta la INTRANT provocando los tapones?” –cuestiona Herminio… “Sí, pero esa es una importante harina de otro costal que trataremos luego…”- responde Píndaro de inmediato, mientras prosigue hablando a sus anchas… “La declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en su artículo cuarto, proclama que ‘la libertad consiste en poder hacer todo lo que no sea perjudicial al otro. Así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tienen otro límite que aquellos que aseguren a los otros miembros de la sociedad el disfrute de estos mismos derechos; estos límites solo pueden estar determinados por la ley’… Y yo me pregunto –reflexiona Píndaro-.. ¿Cómo entonces corregimos que los choferes de carros públicos –muchos de ellos destartalados y sin cumplir con las exigencias mínimas de tránsito- sigan andando como chivos sin ley?… Aunque parezca mentira, esta es una de las primeras impresiones e inevitable cuestionamiento, de muchísimos visitantes que buscan encontrar una base de marca-país de respeto en el tránsito…”.

“La seguridad ciudadana –prosigue Píndaro- es que esta depende de dos factores fundamentales: Primero, se refiere a una condición de toda una comunidad de personas… a la ausencia de amenazas que pongan en peligro la seguridad colectiva, y segundo, refiere a acciones concretas encaminadas a la eliminación de las amenazas de seguridad o hacia la protección de la población ante esas amenazas… Es una condición donde las personas viven libres de la violencia practicada por actores estatales o no estatales, haciendo énfasis en el carácter preventivo y de colaboración con la ciudadanía de las actuaciones del Estado y no una actividad reactiva ante la comisión del delito… Aquí viene, entonces, el grito soterrado de un gran sector de la población: ¿Cómo recuperamos la confianza en las instituciones del orden público?”.

“Y, ¿cómo se previene el delito público?” –cuestiona Herminio, a lo que Píndaro no tarda en reaccionar: “La seguridad ha sido desde siempre una de las funciones principales de los Estados… Antes, solo se preocupaban por garantizar el orden como expresión de fuerza… Hoy, la democracia está obligada a promover modelos policiales acordes con la participación de los habitantes, bajo el entendimiento de que la protección de los ciudadanos por parte de los agentes del orden debe darse en un marco de respeto de la institución, las leyes y los derechos fundamentales, porque no podemos únicamente luchar contra la delincuencia, sino de crear un ambiente adecuado para la convivencia pacífica de las personas. Ahora bien, es absolutamente necesario desarrollar las labores de prevención y control de los factores que generan violencia e inseguridad en el país, que en tareas meramente represivas o reactivas ante hechos consumados y que solo sirven para proyectar fuera del país lo negativo…”.

“Por lo que te escucho, Píndaro, esa situación de la inseguridad ciudadana podría estar afectando la imagen del país…- -expresa Herminio-… ¡Es un problema que viene de viejo y parece que debe convertirse en un reto a superar por todos!”… “Así es,-comenta Píndaro-… La inseguridad es un patrón social que se nos aparece como un miedo difuso en el que inciden además la inseguridad social global, las inseguridades económicas y, lo más importante, el derecho a la vida… Por ahora, lo primero es unir fuerzas para evitar una imagen de marca-país prejuiciada en el visitante”.