A veces se nos ocurre pensar que pronto tendremos que ponernos una mascarilla contra  gases para poder seguir viviendo en este país y no emigrar hacia otras tierras. Si hiciéramos una encuesta sería buena medida, de seguro que la profesión de político quedaría mal parada, un nefasto cartel.

Pero si somos algo sensatos podríamos recordar que ciertos periodistas se llevaban lo peor de las simpatías, pero hoy los periodistas son mejores vistos que los políticos porque ahora son el azote de éstos, salvo aquellos que han caído en la corrupción, aun cuando no se puede afirmar que todos los políticos hombres o mujeres  sean perversos, ambiciosos o mediocres, porque los que pisan sobre el suelo firme, sólo unos cuantos saben ganarse sus cargos, sean en el gobierno o dentro de cúpula de los partidos.

Estamos aguantándolo todo, soportando el tinglado hasta el 16 de mayo 2012, para cerrar por siempre la pesadilla de la feria que nos envuelve. La sociedad mantiene un interés mayor que saber cuántos apartamentos tiene determinado político, que conocer las clases de corrupción política ya generalizada, organizada y bien programada.

Estamos frente a una juventud rebelde contra el sistema e inconscientemente de extrema derecha con un disfraz puesto hace tiempo de moderna y liberal, pues, si no lo creen el país está a punto de reventar de inmoralidad y especulación, hasta el reciente congreso o reunión del PLD  se prorrogan los cargos- imprudentemente. Las cuentas sobre este agujero llevan el mismo equipo para 16-05-12, si esto sucede vamos a tener que darle un Premio Mayor al que puede ver poner unos bloques de hormigón, unos sobre otros, porque muchos son los contratistas, como dice la canción, que hace tiempo que “no ven a linda”, porque solamente para el Metro II, parece que el Estado tiene dinero.

Hasta ahora sólo los partidos políticos se vigilan unos a otros para aprender a dónde acudir y descubrir la mina de oro y participar del botín, pero ninguno tira la primera piedra, pues ya sabemos quién pilla más; sin embargo ninguno de los escándalos político-administrativos que se han dado a conocer en estos años de atrás al día de hoy, ha terminado con desenlace purificador y de escarmiento.