Lo técnico y lo literal… ¡En perfecta comunión!

Lo técnico y lo literal… ¡En perfecta comunión!

Aprovechando las fiestas navideñas, Píndaro decide irse a montear con Herminio y enfila ruta hacia San Cristóbal, para hacer una parada en el Instituto Politécnico Loyola donde le han dicho que se rompen todos los esquemas educativos, buscando formar mentes críticas en nuestra juventud… Herminio, curioso hasta el tuétano, le increpa “¿Y qué contacto has hecho en esa escuela para que te reciban?”… De inmediato, Píndaro le dispara: “Es que estoy ‘pegao’ con el padre Juan Núñez, rector de ahí… ¡El me prometió un cafecito y me lo voy a beber!” No han pasado ni quince minutos en la capital cuando una goma se les poncha, justo frente a la Impresora Corripio… Al detenerse y salir del vehículo, miran lo sucedido, mientras dos personajes aparecen de la nada… Caminando sigilosamente hacia ellos, se les acercan y –para su sorpresa- les dicen: “Pasen a nuestras oficinas, mientras les auxiliamos reponiendo la goma afectada”… “Soy Amado” –expresa el más bajo y rellenito… “¡Soy Don Eduardo… Eduardo Rosario!”, exclama el otro, en actitud de abierto y sincero recibimiento…
Mientras conversan, el tema del Politécnico sale a flote y los ojos de Eduardo, hombre bonachón y con sonrisa a flor de piel, parecen tomar control del ambiente… “Esa era mi casa por muchos años –exclama-… ¡Tengo una relación de eterno agradecimiento y reconocimiento a esta obra educativa! –sentencia-… Llegué allá como un simple estudiante, colaborando en trabajos menores, hasta llegar a ser Decano de Estudiantes, desde 1971 hasta el 1992… Esa educación es tan importante que hoy se ha diversificado y modernizado… Siento un tremendo orgullo al haber podido colaborar en la formación y la disciplina de jóvenes…” –finaliza con orgullo-…
Píndaro, que no pierde oportunidad de averiguar, deja su café sobre el escritorio de Amado, dirige su mirada hacia Don Eduardo y le cuestiona: “¿Cómo ve usted la aceptación de la población de egresados de esa institución el proceso de inserción de ellos en el Sector Privado?”… “La valoración de la población, -responde- siempre ha sido muy buena por los resultados de sus profesionales”… Y Herminio, a quien le encanta meter la cuchara, aprovecha y le increpa: “¿Cuál diría usted ha sido el mayor aporte de ellos, sabiéndose usted conocedorde los estudiantes a los que trató durante su permanencia en el Politécnico?”… “Aplicar mi experiencia –responde- en el mundo educativo, a la formación laboral donde me desempeño actualmente”.
La goma ha sido repuesta y los ‘auto-invitados’ no se cansan de expresar su agradecimiento, mientras abordan su vehículo y enfilan de nuevo hacia San Cristóbal… Los dos son recibidos con inmensa cortesía y la orientación del joven Lara, quien les pone al tanto del impresionante mural que reviste las circulares paredes que te abrazan en bienvenida… En cuestión de minutos, son pasados al despacho del Rector, Padre Juan Núñez… Un jesuita que no puede negar su formación… Con una sonrisa en sus labios, nos invita a un café mientras nos agrada con el primer bombardeo de información: “Ejercer la rectoría del IPL es un reto en todo el sentido de la palabra: profesional, pastoral, social y personal, pues por su nivel de complejidad y trayectoria en excelencia académica, como un ícono de la educación técnica para el país, implica conocer y experimentar muchos ámbitos del quehacer social en la Ciudad Técnica Loyola…”.
Herminio, ha estado relojeando por la oficina y observa una figura ya conocida.. Es San Ignacio de Loyola, cuya filosofía ya había servido a su hijo José Manuel en su formación académica… “¿Y qué tiene que ver San Ignacio con el Politécnico?” –cuestiona de inmediato… “Este modelo educativo consiste en la articulación de cuatro elementos fundamentales: Primero, la Pedagogía Ignaciana, desde cuyo enfoque se parte de la realidad del estudiante en su contexto y se desarrollan procesos de experiencia y reflexión que llevan a la acción y transformación social…En segundo lugar, el enfoque de Educación por Competencia, para superar la dictadura del conocimiento y partir de situaciones de aprendizaje que busquen desarrollar en el estudiante habilidades y competencias que tanto le sirven para el trabajo, como para la vida misma…
“Padre –exclama Pindaro-… ¡Esto es muy profundo y necesitamos más tiempo con usted y los lectores dentro de quince días!”… Mientras eso dice, razona cabizbajo… “¡En quince días vuelvo a la carga, con más información para mis lectores Pindarianos!…

“Padre –exclama Pindaro-… ¡Esto es muy profundo y necesitamos más tiempo con usted y los lectores dentro de quince días!”… Mientras eso dice, razona cabizbajo… “¡En quince días vuelvo a la carga, con más información para mis lectores Pindarianos!…

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