Lo único a subir son los salarios

Lo único a subir son los salarios

En función de anteriores consecuencias de alzas salariales, muchos hombres y mujeres de trabajo, que es como decir la nación toda, podrían estar sintiéndose expuestos a «reajustes» arbitrarios que achiquen nóminas e impriman magnitud a precios del diario vivir.

Despidos y subida de precios para resarcirse de acrecentados costos laborales llevando a sal y agua la fijación de un poder adquisitivo mayor en cuatro niveles. Aun cuando lo pactado incluya el compromiso de liderazgos empresariales de no llegar a tales extremos, faltaría ver si en los hechos habría abstención homogénea de no transferir a los demás lo que ha de costar la actualización de sueldos y reposición de mercancías, en defensa de sus niveles de rentabilidad.

Cierto es que a los proveedores llegó previamente el golpeo de la reducción de la demanda, el encarecimiento de importaciones y de la industrialización de artículos locales bajo el azote de una inflación de origen externo.

Se está ante el ineludible desafío de lidiar con los trastornos que a nivel mundial hicieron más costosos las fabricaciones y el transporte marítimo, llevándolos a niveles comparables a los alcanzados durante la Segunda Guerra Mundial.

Ha ocurrido antes que «a mar revuelto, ganancia de pescadores». Existe el riesgo habitual de que las duras realidades mercadológicas solapen una búsqueda excesiva de lucro que las intensifique por una débil protección al consumidor.

Cerrarle paso a otros males

Causas de muertes que se adicionan a las que se atribuyen estrictamente a la covid-19 cobran una vigencia que alarma.

Están muriendo más parturientas, recién nacidos y niñitos que antes. Dengue, difteria, tétanos y leptospirosis resaltan en el registro actual de defunciones.

Enfermedades infecciosas que por su recurrencia obligan al sistema sanitario a reservar recursos y medios asistenciales para dar respuestas a cualquier señal de brote, para lo cual está desarrollada una capacidad profesional.

La prioridad «coviana» ha sido vinculada desde principios del año anterior a una disminución de rutinarias acciones estatales de protección a la salud.

La severidad del virus SARS-CoV-2, contra el que se necesitan todavía más armas, justifica la triplicación de esfuerzos preventivos e inmunizadores. Pero no cabe restar energía a otras programas.

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