Lockward

Lockward

El ciudadano Nemesio Mateo Martínez ha dado la pública voz de alerta: el estado de penuria económica en que vive Juan Lockward, uno de lo más prolíficos compositores de música popular y un auténtico pintor musical, un hombre que supo cantar a las distintas regiones del país.

Lockward, nonagenario ya, se sostiene con una magra pensión que le pasa el Estado por sus largos servicios en la administración pública.

La época que podemos llamar “de gloria” que vivió el afamado compositor, fue una época en que los artistas prácticamente no ganaban dinero, como ocurre ahora. Basta recordar a Lockward, con un maletín repleto de “discos de larga duración”, vendiendo su música entre sus amigos.

El Estado, con la Secretaría de Cultura a la cabeza, trata de enderezar esfuerzos y reparar injusticias. Justo sería, por tanto, que acudiera en auxilio de Lockward para hacerle más llevadero el invierno de su larga y fructífera carrera artística.

Rindamos hoy a Lockward los homenajes que bien merece. Vamos a darle esa satisfacción en vida y no a recurrir a hipócritas argumentos para loarlo cuando sea solo un recuerdo.

Haití

Los haitianos escogieron su próximo presidente constitucional, René Preval,         y son muchas las naciones, con Estados Unidos a la cabeza, que han prometido, una vez, una gran ayuda económica para tratar de iniciar un despegue hacia el desarrollo del afligido país.

Haití no tiene recursos suficientes para emprender el camino hacia el desarrollo. Ni económicos ni humanos. Cuenta con un territorio devastado por la deforestación y no constituye un secreto el hecho de que entre los depredadores se encuentran quienes cuanto han debido hacer es auxiliar a la empobrecida nación.

Importa que los países ricos acudan en auxilio de Haití. Que contribuyan a paliar el desempleo, a iniciar un despegue que permita el avance de la salud y de la educación, aspectos sin los cuales de nada valen las inversiones por más masivas que sean.

República Dominicana está obligada, por imperativos de la historia y de la geografía, a dar su concurso, en el desarrollo haitiano. Pero tiene que hacerlo en forma racional, estudiada, no impuesta por quienes se consideran dueños del mundo y de la voluntad de sus habitantes.

No podemos, bajo circunstancia alguna, absorber una masiva migración haitiana, por más legal que sea, pues nuestros problemas también son grandes y tenemos que resolver los males a los dominicanos antes que a los haitianos.

Ayudemos a Haití en la medida de nuestra posibilidades. Y reclamemos a quienes han llevado a Haití a la actual situación que solucionen los males que han ayudado a crear.

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