Locuras de líderes que
engrandecen a los pueblos

Locuras de líderes que <BR>engrandecen a los pueblos

En los suplementos que el Listín Diario publica semanalmente de The New York  Times y del The Wall Street Journal Americas,  de los pasados días 13 y 14,  traían unos reportajes acerca de cómo los estados de locura y de depresiones en determinados líderes guiaban  a sus países y comunidades por sendas de gloria y de superación, pero también de destrucción.

Reconocidos investigadores de la conducta humana destacaban de cómo líderes, que han dejado su impronta en la historia de la humanidad, debido a sus estados de inestabilidad emocional, los llevaron a las cumbres de hazañas que nunca una mente racional pudiera haber realizado.

Y que los estados de angustias,  que alguna vez llevaron a esos hombres a pensar en el suicidio,  les permitieron canalizar sus vacilaciones y temores para  empujar a sus pueblos  y superar estados de desánimo y de frustración,  guiándolos hacia los momentos en que sus países se hicieron grandes en el concierto de las naciones de la Tierra.

El conocer  que Abraham Lincoln sufría de grandes depresiones,  y hubo momentos que era vigilado para evitar que intentara suicidarse, lo convirtieron en el adalid de la abolición de la esclavitud, revelando el poder de la mente obsesionada y enferma, para dejarle a los Estados Unidos el más grande de sus presidentes. Igual destino ocurrió con Franklin D. Roosevelt, que con su impedimento motor, tuvo el coraje de hacerle frente a los grandes desafíos de la Gran Depresión y al arrollador avance de japoneses y alemanes  que pretendían dominar el mundo.

Otro perturbado mental,  Adolfo Hitler sumergió a Europa en un delirio de sangre y exterminio que puso a muchos a  vacilar entre la libertad y la opresión.

Pero gracias a la tenacidad de Winston Churchill,  otro ser atormentado e inestable, que se ocultaba en la bebida, condujo a su país y a Europa para convertirlos en un valladar en contra  de los totalitarismos  de Hitler y luego de Stalin, que también padecían de debilidades mentales y las ideas de suicido nunca estuvieron ausentes de sus quehaceres.

Conociendo en detalle las acciones que tomaron personajes perturbados, entre los cuales no se puede dejar de mencionar a George W. Bush, que de un alcohólico empedernido, en su delirio por  superar a su padre, llevó a  la humanidad a un punto de destrucción al iniciar  ataques masivos contra naciones que no podían defenderse del poder norteamericano, pero sembró de luto, no solo a los territorios invadidos, sino a su país con los centenares de muertos que llegaban, y llegan, envueltos en la bandera de las barras y estrellas.

Entre los grandes hombres de la historia universal, existen los que afectados mentalmente por sus intensas reflexiones  y preocupaciones,  los llevan a pensar de que no son nadie e ineptos,  considerando que el suicido es la solución. Afortunadamente eso no llega a la culminación, y esas aparentes perturbaciones y obsesiones mentales, las canalizan para llevar a cabo grandes  hazañas a favor de sus pueblos, carentes de un liderazgo sin vacilaciones y que esté decidido a señalar la ruta de la superación.

Las conductas raras que exhiben algunos hombres públicos, en algún momento se modifican, convirtiéndose en el combustible del engrandecimiento nacional, siendo ellos la mecha que necesitan para llevar a cabo lo que por otros estilos y medios más convencionales no se puede lograr.

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