Lógica de chulámbrico

Lógica de chulámbrico

 Aquel amigo se aficionó de tal manera a los prostíbulos y a las mujeres que en ellos se ganaban la vida, que bien entrado en la cuarentena de la edad biológica no había contraído matrimonio, ni mudado ninguna fémina.

Cualquiera que lo escuchara disertando sobre las ventajas de lidiar con meretrices, podía sacar buenas notas en un examen sobre la materia.

-Si un hombre se topa en un sitio con una de las mujeres consideradas como serias, tiene que dedicarle horas de galanteo, de invitaciones a cenar y bailar, que podría rechazar si no le gusta, o no le es simpático. Si le atrae, debe tardar en corresponderle para que no la califique de facilota, o de putona.

– En cambio, con las prostitutas- decía – no hay necesidad de cortejo; solamente hay que hacerles una señita para que se sienten a tu lado; lo bueno es que muchas son jóvenes y bellas, como esas a las que los millonarios les regalan  apartamentos o vehículos del año.

La elocuencia en su discurso sobre las cualidades de las hetairas subía de tono, y hasta de belleza literaria, cuando las bebidas alcohólicas circulaban en cantidad apreciable por su torrente sanguíneo.

-Como las entrenan para eso, halagan la vanidad del cliente de turno de tal manera que este se siente un ser dotado de todas las virtudes. Y la mujer que hace esto fue escogida por su acompañante de un grupo de veinte o treinta congéneres, o sea, de acuerdo al gusto del homenajeado. El parroquiano de un lenocinio de alto nivel es una especie de sultán poderoso rodeado de odaliscas.

-Diferente a las damas respetables- lo escuché decir una vez- la que vive de los amigos, no cela, no pelea, no requiere atenciones fuera del horario de los tragos, la música, la cama y el pago. No hay compromiso, ni obligaciones futuras. Además, no pasa uno por el trauma de verla con cabellos con rolos, ni en bata de casa y chancletas, como las esposas y las concubinas.

La mayoría de sus exposiciones sobre el tema terminaban con el mismo argumento.

-Bregar con las de vida alegre es la única forma de alardear, sin mentir, de que se han hecho cuatro o cinco levantes amorosos, con dormida, en quince días, o en un mes. 

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